Pasan los días y las cosas empeoran en muchos países del mundo, incluyendo el nuestro. Esta pandemia amenaza nuestros corazones intentando llenarnos de desesperanza, desasosiego y desánimo al ver que transcurre el tiempo y seguimos aislados, algunos quizás con poca comida en la nevera, otros con los ahorros en cero, y así cada vez el panorama se vislumbra difícil. ¡Socorro papito Dios! Como lo dice el salmista en el Salmo 121:1-3

«Levanto la vista hacia las montañas; ¿viene de allí mi ayuda? ¡Mi ayuda viene del Señor, quien hizo el cielo y la tierra! Él no permitirá que tropieces; el que te cuida no se dormirá». Salmo 121:1-3
Esta es nuestra dura realidad. Pero ante esta difícil realidad, por encima de ella, está una poderosísima verdad que transforma y cambia este caos en esperanza, paz, bienestar, fe, confianza y valor para seguir con la mirada en alto, con los ojos bien fijos en Jesús el autor y consumador de la fe.

Se trata de la verdad de Dios, su Palabra verdadera, capaz de transformar nuestra oscura realidad en un panorama claro y seguro. Esta fuerte  tempestad quiere azotar nuestra casa, la podrá tambalear, pero jamás la removerá porque está bien plantada y pegada a la roca inconmovible de los siglos.
«Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida». Mateo 7:24
No quiere decir que la pandemia pasará ya, que el caos terminará mañana, las muertes cesarán, no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que desde el lugar donde nos encontremos, la verdad de Dios se puede hacer presente y llenarnos de provisión donde no hay alimento, fe donde hay desconfianza, aliento donde hay desánimo, esperanza donde hay incertidumbre, seguridad donde hay temor, calma donde hay angustia, y consuelo donde hay luto y dolor, pues así lo afirma el Salmo 18:6
 
«Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos». Salmo 18:6
Todo esto que estamos viviendo tiene una perspectiva eterna, es decir, nos recuerda que somos frágiles y nuestra eternidad no está en esta tierra; debemos verlo así y no desenfocarnos, pues Dios tiene el control y dominio sobre todo lo que ocurre en este mundo. Cada cosa que pasa tiene su fundamento en la verdad de Dios. Rogamos que nos ayude a mantener nuestra mirada en las cosas eternas y no en las terrenales.
 
«Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo—quien es la vida de ustedes—sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria». Colosenses 3:2-4

Pero ¿Cómo puede enfrentar el cristiano este caos?

No tenemos armas humanas poderosas para terminar con todo esto. No tenemos espadas, poderes sobrehumanos para acabar con esta crisis mundial. Pero sí tenemos armas espirituales, poderosas en Dios, que nos ayudan a derribar fortalezas que se levantan contra nosotros para hacernos desmayar, perder la fe, confundirnos, cuestionar a Dios, y tirar la toalla en este tiempo de dificultad. Por eso, las formas de enfrentar todo esto son…

Permaneciendo en la verdad: Juan 15:4-5 nos invita a permanecer pegados a Dios porque separados de Él nada podemos hacer. Si en este tiempo de dificultad no permanecemos pegados a la vid verdadera, a la fuente de vida y paz, será más fácil producir frutos de ira, descontento, angustia, odio, tristeza, molestia y queja; sólo unidos a Él podemos desarrollar fe, paz, amor, calma, misericordia y esperanza. Permaneciendo en Su palabra viva demostraremos que somos sus discípulos. Por eso Su palabra nos alienta y demuestra el propósito por el cual está permitiendo este caos mundial.
«Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí».
Permaneciendo en oración: 1 Juan 5:14 nos demuestra la confianza que podemos tener en el Señor cuando nos acercamos a Él, sabiendo que nos oye y no ignora ninguna de nuestras oraciones, pues sabemos que sus ojos están sobre los justos, y no somos justos por nuestra propia justicia sino por la de Cristo; sus oídos también están atentos a nuestras oraciones. Pues no oramos como queremos, porque a veces no sabemos cómo orar en medio de todo esto, pero su Santo Espíritu intercede por nosotros para guiarnos a orar conforme a su voluntad y no a la nuestra.
«Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno; sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio».
 Permaneciendo en su amor: El Señor nos ama, somos sus hijos y como nuestro Padre que es, tiene cuidado de nosotros, en lo más mínimo y en lo más grande. No se trata de nosotros amarlo a Él, sino de que Él nos ama a nosotros y por eso nos socorre en el día malo, nos ayuda, nos levanta y nos cuida demasiado. Con amor eterno nos ha amado, por eso siempre nos ha mostrado y seguirá mostrando su misericordia siendo siempre nuestro refugio seguro en el día malo como el que atravesamos ahora mismo. Jeremías 31:3
«Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad».
 Permaneciendo en su paz: Isaías 26:3-4 nos lleva a pensar en Dios en todo momento y lugar. Pensar en Él, día y noche, pensar en Él; mantenernos en sintonía con Él, en total comunión con Él, significa perseverar pensando en Él; solo así experimentaremos esa paz que sobrepasa todo entendimiento la cual guardará nuestro corazón de la angustia e incertidumbre. Filipenses 4:7. Seamos portadores de esa paz, no seamos portadores de cataclismos apocalípticos sin estar basados en la verdad de Dios.

«
¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Confíen siempre en el Señorporque el Señor Dios es la Roca eterna».
Asistiendo bondadosamente a quienes sufren: esta pandemia ha probado nuestra entrega y capacidad de dar al que no tiene, de ayudar a los que más sufren. No se trata de dar de lo que nos sobra, sino que de lo poco que tenemos compartimos también con el que llora y padece tantas carencias en este tiempo de pandemia. Sabemos que a Jehová presta quien da al necesitado, y no quedará ninguno sin recompensa por ella, pues lo afirma el Proverbio. Que este caos no nos lleve a ser egoístas e individualistas sino dadores alegres que sabemos por quien y para quien hacemos obras de amor.  Colosenses 3:23-24
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís».
No sabemos cómo será el mañana. No sabemos qué tan normal o distinta será nuestra vida después del caos mundial por el Covid-19. ¿Todo volverá a su normalidad? No lo sabemos ¿La vida será mejor? ¿El día a día cambiará para siempre? tampoco lo sabemos. 

Sólo Dios conoce el mañana, en sus manos está nuestro presente y futuro; pero de una cosa estamos seguros: El que nos cuida no se duerme, el que nos cuida nos ama, el que vela por nosotros no desmaya, el que nos protege nos agarra fuerte de su mano y jamás nos suelta, el que nos escogió y nos llamó para que le sirviéramos, no miente, el que nos dejó todas sus promesas no se equivoca y las cumple, y en Él, sólo en Él debe reposar nuestra esperanza.
 
«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón». Jeremías 29:11
Si tu esperanza aún no reposa en Jesús, quiero invitarte a hacer esta oración con fe y con todo tu corazón: Mi Dios y creador, perdona mis pecados, reconozco que no hay otro camino para acercarme a ti más que Jesucristo. Reconozco hoy que te necesito y que mi alma tiene sed de ti. Socórreme en este tiempo difícil y ayúdame a permanecer confiando en ti sin desmayar ni retroceder. Límpiame de toda mi maldad y ayúdame a poner mi esperanza en ti y en tu palabra viva. Te amo y quiero amarte hasta el fin.

Publicado originalmente en el Blog Vestigios en el Corazón

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