Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar, sobré ti fijaré mis ojos.
Salmo 38.2.
Caripe
«Caripe es una ciudad próspera enclavada en un valle circundado por altas y verdes montañas. Posee extensas haciendas de café. Este producto proporciona el sustento a la localidad» —así veía la Hna. Fe de Turner al pueblo en donde junto a su esposo establecerían la más importante casa de formación bíblica en el Oriente venezolano.
En 1924, y después de un largo recorrido a caballo que se había iniciado en Carúpano, el Dr. Donaldo Turner llegó a Caripe en compañía de otros obreros. Tal como lo hicieron en los pueblos visitados en el periplo, organizaron cultos evangelísticos en el emporio cafetalero, distribuyendo folletos y tratados con el mensaje de salvación.
Contacto con el evangelio
Uno de los asistentes a aquel memorable culto, le regaló a un buen amigo llamado Cruz Silva un tratado de los recibidos. Cuando Cruz leyó el folleto exclamó: —¡Esta es la verdadera religión! Algún día vendrá alguien que me la explique mejor y voy a aceptar esta verdad–.
Pero transcurrieron varios años y ningún cristiano evangélico apareció para explicar el Evangelio al caripero Silva. No hubo un Felipe que se acercara a su carruaje y le preguntara: ¿Entiendes lo que lees? En varias ocasiones, Cruz oyó de cultos protestantes que se estaban realizando en lugares distantes y hacia allá encaminaba su caballo para con tristeza comprobar que había sido una falsa información.
«El pobre Cruz continuó viviendo su vida pecaminosa, pero, a raíz de aquella lucecita encendida en su corazón, no permitió que se bautizara ningún niño nacido en su familia» —cuenta la esposa del Señor Donaldo. El aguardaba por ese mensajero del cielo que le expondría la Verdad. Tenía hambre y sed del Evangelio.
El trabajo en el Señor, no es en vano
Nunca consideremos trabajo perdido el compartir alguna literatura cristiana, porciones de Las Escrituras o un mensaje de texto con las personas no salvadas.Ese trozo de papel o mensaje digital va a ser usado por el Espíritu Santo para que esos corazones se interesen y conozcan la Verdad. Dejemos tranquilo a Cruz Silva, por ahora.
El Hno. Donaldo Turner había contraído Filariasis. Este mal si no se trata a tiempo puede conducir a una elefantiasis. Ya en Carúpano él presentaba problemas para la movilidad y no podía hacer largos viajes a caballo. Por ese motivo no había vuelto a Caripe (y Cruz esperándolo) ya que en ese tiempo el pueblo era accesible solo en bestias de cabalgar usando las trochas por las que se sacaba el café para la exportación.
Los médicos en EUA le habían aconsejado que debía mudarse a una zona alta y fría en Venezuela para poder mejorar de su enfermedad. Persistir en vivir en una zona cálida como la costa sucrense agravaría su dolencia. Los misioneros habían pospuesto vez tras vez el traslado porque las necesidades de la obra en Carúpano demandaban sus valiosos servicios. No obstante, se hacía urgente obedecer las prescripciones médicas.
¿Los Altos de Santa Fe o Las Delicias?
Ubicar entonces el lugar más adecuado no era tarea fácil. Una pregunta rondaba sus mentes: ¿Qué lugar del área de trabajo de la Misión Río Orinoco reunía el clima y la altitud requerida para residenciarse? Las indagaciones hechas señalaban dos localidades: Los Altos de Santa Fe en el estado Sucre y Caripe en el estado Monagas. Ya conocía Caripe y también la limitación del acceso.
En medio de aquella búsqueda, de manera inesperada, se presentó a la Casa Misionera de Carúpano un buen hermano cristiano dueño de un camión. Iba de regreso hacia Los Altos y se ofrecía para llevar gratuitamente a los esposos Turner con su mudanza hasta allá. En ese lugar no solo encontraría el Doctor alivio para su mal, sino que también establecería el anhelado Instituto Bíblico residencial.
Buscando la dirección de Dios
La oferta del hermano del camión era formidable pero la duda asaltó el corazón de los pioneros: ¿Estaba Dios guiándolos hacia Los Altos de Santa Fe? ¿Cómo podían estar seguros? ¿Había algo en Las Escrituras que les indicara que debían irse con aquel precioso siervo de Dios hacia aquel pueblo?
Oraron y meditaron, pero aún así no experimentaron Paz en sus mentes. Hablaron entonces con el oferente en estos términos: —Hermano, no sabemos si esta oportunidad excepcional que tú nos presentas la está propiciando el Señor o la está promoviendo el diablo. Pero no creemos que el Señor nos esté dando luz verde para irnos contigo hacia Santa Fe. Así que muchas gracias, querido hermano, pero tendrás que regresar con tu camión vacío-.
¿Habían tomado la decisión correcta? ¿Debieron ser menos cautelosos y más confiados en el Señor? Paulatinamente la paz de Dios fue inundando sus vidas y sus mentes tuvieron reposo por haber obrado bien. ¿Debían entonces moverse a Caripe? ¿Y cómo llegaban hasta allá con la imposibilidad de viajar en caballo?
El viaje a Las Delicias
Varios meses después del viaje fallido a Los Altos, el Hno. Donaldo llegó exultante de alegría a la Casa Misionera con una gran noticia: —¡Fe, ahora es posible viajar hasta Caripe en camión!
En el viaje de 1924, el misionero recordaba que había tenido que dormir con toda su ropa puesta en una hamaca colgada por encima de una pila de sacos de café y aún así no dejó de titiritar por el frío durante toda la noche. Aquel pueblo tenía el clima y la altitud anhelada.
La noticia despejaba mucho el panorama. La Hna. Fe dio su aprobación y escribieron un telegrama a la Misión en el Norte para gestionar el cambio de residencia. Se aproximaba el año 1938, y con él la Convención Anual de las Iglesias a celebrarse en Maturín. En la capital monaguense pudieron apreciar el hermoso trabajo que los esposos Harold y Delfina de Tuggy estaban llevando a cabo. Fue un gozo poder abrazar a estos compañeros misioneros después de varios años. Muchos habían aceptado a Cristo y varias florecientes iglesias crecían en la zona.
La comisión de los hermanos Turner
Tanto la Misión como la Convención de Iglesias autorizaron y comisionaron a los Turner a establecerse en el pueblo custodio de La Cueva El Guácharo. Harold Tuggy se ofreció a ubicar un camión para trasladarlos y él mismo conduciría la preciada carga. Llegado el día, con el Hno. Tuggy al timón, salieron los comisionados con su hija Lucille, una asistente doméstica y la señorita Hosking (misionera que también requería vivir en una zona menos caliente que la costa) hacia el nuevo campo de labor.
Los peligros del viaje
Les tomó catorce horas cubrir la distancia entre ambos pueblos. Una vez dejadas las carreteras de grava que salían de Maturín y adentrarse en la zona montañosa, parte de la vía era el lecho de un río. De un lado estaba la falda de la montaña, del otro, el precipicio o los farallones.
En el lecho del río se hallaron con terraplenes de piedras que había que remontar. Uno de estos era tan empinado que hizo que las dos ruedas delanteras del camión se levantaran en el aire cual brioso y rebelde corcel. Solo la mano de Dios pudo hacer que el vehículo pudiera retroceder y recostarse de la falda del cerro y no precipitarse al vacío.
También algunas curvas del camino eran tan pronunciadas que el Hno. Harold tenía que sortearlas haciendo avanzar y retroceder el camión. Más de un transporte similar había resbalado en estas sinuosas curvas, y pasajeros, carga y vehículo habían desaparecido en el precipicio.
Llegada y recibimiento. Caripe
Al fin llegaron a Caripe. Se ubicaron en la única pensión existente. Allí fueron recibidos con alborozo por los otros huéspedes, gente del pueblo y el mismísimo sacerdote católico. ¿Por qué tan concurrida comitiva de bienvenida? Todos querían mirar al grupo de “americanos” que venía a vivir en el pueblo.
Exhaustos, los viajeros se sentaron a la mesa, y allí a la vista de todos, elevaron una expresiva y sentida oración de gratitud al Dios que les había dado un buen viaje y los había librado de tantos peligros. Hasta allí duró el encanto del padrecito con los recién llegados.
Los “Protestantes”
Al verlos orar en voz alta y con sus cabezas inclinadas los identificó como una plaga peligrosa para la salud espiritual de sus feligreses: aquellos “americanos” eran PROTESTANTES. Se escabulló muy discreto y recorrió las calles del pueblo advirtiendo a los propietarios y a los ciudadanos que cualquiera que le vendiera o alquilara alguna casa a los PROTESTANTES sería excomulgado de la Iglesia.
Pronto experimentarían los Turner el producto de aquella acción del representante de la Iglesia Romana. Ya hablaremos de estas circunstancias en otra crónica.
Hasta aquí los traigo con esta historia de como el IBLD pudo haber sido el IBLADSF (El Instituto Bíblico Los Altos de Santa Fe) pero Jehová Dios de los Ejércitos tenía otros planes.
La continua dependencia de Dios por parte de los esposos Turner los guió siempre a cumplir el plan divino para bendición propia y de las generaciones que le han sucedido. Elevemos una oración de gratitud por las lágrimas que regaron la semilla que hoy cosechamos. ¡Gloria a Dios!
Cronista de Asigeo, Facilitador del IBLD y miembro del Consejo Pastoral de la Iglesia Evangélica «El Buen Pastor» de Carúpano | R5
0 Comentarios