INTRODUCCIÓN

En una oportunidad tuve que gestionar la cédula de casado. Y me preguntaron: ¿Ocupación? Pensé y dije: Pastor Evangélico y la señora me dijo: en mi lista no aparece esa ocupación. ¿No tiene otra? Bueno, docente cristiano o locutor. Se me quedó viendo y realmente no sé ¿qué fue lo que puso? ¿A cuántos no le ha pasado lo mismo?
Parece que la identidad es sumamente necesaria en la vida de una persona. ¿Qué somos? ¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? ¿Cómo nos identificamos ante los demás? Hay personas que se identifican por el tipo de vestido, la forma de hablar, la forma de caminar, por la comida, por la ocupación, profesión u oficio, por la forma de pensar y de actuar, entre otras cosas.
Los testigos de Jehová se identifican por este nombre, por la forma del vestido, por la forma de hacer prosélitos, por la construcción de sus templos. Los Mormones por la forma del vestido de los varones: blanco y negro. Los pentecostales ya sabemos cómo se identifican. Algunos por el vestido: camisa azul clarito, pantalón azul intenso y zapatos blancos. Los Adventistas son vegetarianos, los Reformados por las cinco solas, y ¿los Católicos?… Y ¿nosotros? ¿Cómo nos identificamos? ¿Cómo saben los demás que estamos agrupados como ASIGEO?

¿POR QUÉ NECESITAMOS DETERMINAR MUY BIEN NUESTRA IDENTIDAD COMO IGLESIAS ASOCIADAS?
Porque la identidad es la base de la unidad y la identidad y la unidad son las bases para la comunión y participación como iglesias asociadas. ¿Por qué tenemos fallas en el compromiso y la integración a las actividades de la Asociación? Porque tenemos debilidad en la identidad y la unidad.
Entonces, ¿Hay necesidad de que determinemos muy bien nuestra identidad como iglesias asociadas? ¡Claro que sí! No se trata de imitar o rechazar las formas como se identifican las demás iglesias o grupos organizacionales.
Tampoco se trata de adoptar formas externas con respecto al vestido, la comida u otra manera de identidad. Se trata de establecer los rasgos o características bíblicas como principios que regulan las diferentes formas en cualquier lugar y época de nuestra sociedad.
Por esta causa, la identidad que determinemos tiene que estar obligatoriamente anclada en las Sagradas Escrituras que son la regla de fe y conducta para nosotros. Por eso, vamos a definir la palabra identidad, luego, revisamos brevemente la identidad espiritual del cristiano y por último, la identidad colectiva de la iglesia cristiana.

LA DEFINICIÓN DE LA PALABRA IDENTIDAD
La palabra identidad se deriva de un pronombre latino llamado: Idem que significa: el mismo o lo mismo. De allí surge el adjetivo: idéntico o igual. Por eso decimos que el hijo es idéntico o exactamente igual a su padre. En el A.T se usan las palabras hebreas: Demút y Tsélem que significan: parecido, o semejante e imagen. Aparecen por primera vez en Génesis 1:26 y 27 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, es decir, conforme a nuestra semejanza;… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”
Algunos han hecho distinción entre estas dos palabras. Se ha dicho que la palabra semejanza se refiere al aspecto físico de la semejanza a Dios y que imagen se refiere a la parte ética. No existe ninguna diferencia entre ellas, solo son sinónimas. “son una mera combinación para añadir intensidad y énfasis al pensamiento: “una imagen que sea como nosotros” afirmó Lutero. (pág.39 Comentario al texto Hebreo del A.T. Tomo 1 Keil y Delitzsch).

LA IDENTIDAD ESPIRITUAL DEL CRISTIANO.
Fuimos creados idénticos o iguales a Dios. ¿En qué consiste la semejanza con Dios? Esta es la parte más difícil porque el texto no lo dice. Sin embargo, por descarte, no consiste en la forma corporal porque Dios es Espíritu. Tampoco se refiere a los poderes y atributos divinos como la omnisciencia, omnipresencia, y todos aquellos que los teólogos llaman: atributos incomunicables que solo pertenecen a Dios y no a ninguna criatura celestial o terrenal.
¿Qué es lo que queda? Los rasgos o características de la personalidad espiritual de Dios como: Santidad, Justicia, Amor, Verdad, Paciencia, Misericordia, Bondad, Humildad, entre muchas otras. Queda también la capacidad de pensar y de sentir como Dios. Asimismo, el hombre recibió la capacidad de tomar decisiones.
El hombre es la imagen de Dios en virtud de su naturaleza espiritual, por el aliento de Dios, a través del cual el ser, formado del polvo de la tierra, llegó a ser alma viviente (cf.2:7). Por lo tanto, la imagen de Dios consiste en la personalidad espiritual del hombre, aunque no meramente en la unidad de la conciencia y la determinación que posee en sí, o en el hecho de que el hombre fue creado con un Ego conscientemente libre; por cuanto la personalidad es sólo la base y forma de la semejanza divina, no su verdadera esencia. Esto más bien consiste en el hecho de que el hombre, dotado con una libertad de conciencia posee, tanto en su naturaleza espiritual como en la corporal, una copia de la santidad y bienaventuranza de la vida divina. (Idem, pág. 39)
Pero, la primera decisión que tomó el ser humano cambió su condición, posición y naturaleza divina. El hombre decidió morir, desobedeciendo el mandato de Dios. Cambió su naturaleza divina por otra que es contraria a la naturaleza de Dios. El hombre quedó bajo la autoridad del pecado y del príncipe de la potestad del aire (Ef.2:1-3) Se produjo así el primer juicio divino que condena a toda la humanidad a la muerte eterna.

Ahora, por medio de Cristo, Dios restaura la naturaleza divina conforme a su imagen. Tenemos nueva naturaleza en Cristo por la simiente de Dios que está en nosotros y que no permite que practiquemos el pecado como lo afirma el Apóstol Juan: “Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios” (1Jn. 3:9-10).
Nuestra naturaleza pecaminosa fue removida totalmente y se colocó la nueva naturaleza según Cristo, creada en justicia y santidad verdadera (Ef.4:24). Así lo confirma Pablo en Colosenses 2:11 “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano de hombre, sino por la circuncisión de Cristo, en la cual sois despojados de vuestra naturaleza pecaminosa”.
Cristo, por medio del Espíritu Santo y la obediencia a la verdad, realizó una operación quirúrgica parecida a la circuncisión judía y nos hizo justos y santos para su gloria. (1Pedr.1:2, 22-23; 2da. Tesal.2:13).

Pablo continúa aclarando este asunto a los Colosenses en el 3:9-11: “No mintáis los unos a los otros, porque se han despojado del viejo hombre con sus hechos y se han revestido del nuevo hombre. Este, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni in-circuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos”
Ya se lo había dicho a la Iglesia en Roma “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado” (Rom.6:6-7)
En consecuencia, la nueva naturaleza en Cristo requiere de una transformación espiritual constante que se efectúa por medio de la renovación de la mente mediante el poder del Espíritu Santo hasta que lleguemos a ser semejantes a nuestro Señor Jesucristo en gloria. (Rom. 8:29; 12:2; 2Cor.3:18; 4:16; Efe. 4:22-24).

La nueva identidad espiritual del cristiano ya está determinada por Dios en su Santa Palabra. ¿Qué somos? ¿Qué debemos ser? Y a ¿Quién debemos ser idénticos o semejantes? ¿Cómo debemos llegar a ser semejantes a Cristo?
En el principio, el hombre fue creado automáticamente idéntico a Dios, pero ahora, el ser humano regenerado por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, debe transitar por un proceso continuo y permanente hasta llegar a ser IDENTICO A CRISTO.

LA IDENTIDAD COLECTIVA DE LA IGLESIA CRISTIANA.
En la Sociología se define la identidad colectiva como la “capacidad de una determinada organización de acción conjunta para lograr que sus miembros no actúen de forma individualista e instrumental, y que lleva implícito que estos consideren un bien en sí mismo el hecho de pertenecer a dicha organización” (p.3260 Gran Enciclopedia Hispánica).
Por supuesto que, la Iglesia no es una mera organización pero es un organismo organizado por Cristo. La Iglesia tiene una doble naturaleza: divina y humana.
Y cuando nuestro Señor Jesucristo decretó la construcción de su iglesia no estaba pensando en una pequeña asamblea o congregación o una pequeña manada. (Mat.16:18).

La palabra que se traduce como “edificaré” significa: construir una casa grande, semejante al templo o a las murallas de Jerusalén.
Esta mega iglesia no está limitada, ni condicionada por cuatro paredes del tamaño que sea, ni tampoco Jesús está pensando en una localidad de la tierra en particular. El profeta Daniel describe parte de lo que vio:
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de miles lo servían, y millones de millones estaban delante de él. El juez se sentó y los libros fueron abiertos (Dan.7:10).

Claramente se observa la diferencia entre los miles y miles que servirán al Señor, mientras los millones de millones serán juzgados por el juez justo.
El escritor a los hebreos también hace referencia a una congregación privilegiada que estará en los cielos junto con los ángeles del Señor:
Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos… (Heb.12:22-23).

Tanto Daniel como el escritor a los hebreos están pensando en el mismo tiempo, el tiempo final.
El apóstol Juan en Apocalipsis 1:4-6 cuando saluda a las siete iglesias locales que están en Asia, dándole la gloria a Cristo dice:
Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo un reino sacerdotal para su Dios y Padre.
De igual manera, en Apocalipsis 5:9-10, registra el contenido del cántico nuevo que cantaron los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cuando Jesús recibió la autoridad para abrir el rollo y sus sietes sellos:
¡Digno eres de tomar el rollo, y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre (has redimido) redimiste para Dios, de toda tribu y lengua y pueblo y nación; y los has hecho para nuestro Dios, un reino de sacerdotes, y reinarán sobre la tierra” (cf. Ex.19:6; 1Ped.2:5, 9; Apoc.20:6) (B.textual)
El Apóstol Juan es el que recibió de Jesús la dimensión universal de esa “casa grande” que está construyendo el Señor a través de los siglos.
El carácter universal lo podemos confirmar una vez más en el mandato de Jesús a sus discípulos: “yendo, haced discípulos a todas las naciones…” (Mat.28:19).

Tenemos que mantener un equilibrio entre la dimensión universal de la iglesia de Cristo y la dimensión local de la misma.
Unos han enfocado la dimensión universal y han construido un imperio que lo han llamado: el imperio sacrosanto romano, dirigido por la iglesia católica romana. Así como aquellos que tienen una visión de construir un mega templo con capacidad de miles y millones de personas. Ellos pretenden que todos se congreguen allí.
Pero, otros están enfatizando solamente la dimensión local de la iglesia y opacan la dimensión universal. La tesis es que la iglesia local es el centro de todo. Todo y todos deben girar en torno a la iglesia local. Algunos se atreven a decir: “nosotros y sólo nosotros tenemos la verdad” “no hay otra iglesia local como la de nosotros”
Y por lo tanto, yo no necesito de ti. ¿Puede acaso el ojo decirle a la mano que no necesita de ella? o ¿La cabeza decirle a los pies que no necesita de ellos?
Tanto unos como otros se creen dueños de la verdad y actúan sesgadamente. Cuando una parte del cuerpo se considera la totalidad del cuerpo se convierte en una secta ya que sustituye al todo.

Por eso Pablo le enseñó a los creyentes corintos lo siguiente: “además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos”. Ya antes los había confrontado con esto: ¿acaso está Cristo dividido? (1Cor.1:13)
Tampoco todos los miembros se deben considerar que son un solo miembro: “si todo el cuerpo fuera ojo, ¿Dónde estaría el oído? (1cor.12:14, 17). Y ¿Dónde estaría el cuerpo?
Todos los miembros del cuerpo están conectados a la cabeza, que es Cristo. Y Cristo
Es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia, porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud, (Col.1:18-19)

Entonces, la iglesia está constituida por todos los que han creído, están creyendo y creerán en Jesús por medio de la fe, y que permanecen fieles al Señor hasta la muerte, no importa el lugar o localidad geográfica que tengan. Esta es la iglesia universal.
Pero esta iglesia universal, estratégicamente, debe organizarse localmente según lo establecido en la Palabra de Dios, para cumplir eficazmente con el plan redentor de Dios a toda la humanidad.
Por tanto, una iglesia local no debe atribuirse la potestad de ser la iglesia universal. Ni la iglesia universal debe pretender aglutinar a todas las iglesias locales para ejercer su soberanía en nombre de Dios.
Cada iglesia local es una parte de la iglesia universal. Cristo no dijo: “construiré un millón de iglesias locales” Él claramente dijo: “OIKODOMÉSO MOU TÉN EK-KLESÍAN” que traducido es: “Construiré MI IGLESIA.”
Hay cuatro características que se destacan en el decreto de Cristo: 1. Cristo es el constructor de la iglesia, como especialista que era en la carpintería. 2. La iglesia le pertenece a él. 3. Es una inmensa iglesia. 4. Es indestructible.

¿CÓMO SE IDENTIFICÓ LA IGLESIA DE CRISTO EN SUS INICIOS?
En el principio, los discípulos de Jesús fueron considerados una secta de los judíos. Luego, son llamados cristianos por primera vez. Se identifica al discípulo con la persona y obra del fundador de la iglesia, que es Cristo.
Una vez que se fueron fundando las diferentes iglesias locales se identificaron por el lugar geográfico y también por su naturaleza espiritual: “A todos los que estáis en Roma, amados de Dios y llamados a ser santos… (Rom.1:7). “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.” (1Cor.1:2). “…a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso (Ef.1:1).

¿CÓMO SOMOS EN CRISTO (COMPARACIONES)?
Hay una serie de metáforas o figuras literarias que describen la naturaleza o identidad de la iglesia. Cada una aporta una característica a la figura de la misma. Ninguna es completa en sí misma. Sólo, reuniendo a todas las características, podemos tener una idea de lo que es la iglesia.

SOMOS COMO EL CUERPO HUMANO (Rom.12:4-5; 1Cor.12:12-31). Esta metáfora nos enseña sobre la autoridad y el funcionamiento de la iglesia. Cristo, como cabeza, es el que dirige y gobierna a la iglesia.
El cuerpo o la iglesia está constituido por cada creyente en Cristo donde cada uno ha recibido una función del Espíritu Santo para contribuir al crecimiento espiritual de toda la iglesia de manera unida y armoniosa dentro de la esfera del amor.

Estamos interconectados unos de los otros y conectados con Cristo quien hace que todo el cuerpo crezca por medio de la actividad de cada creyente hasta que todos lleguemos a la uniformidad de la fe y el conocimiento de Jesucristo, hasta la plena perfección conforme a la imagen de Cristo Jesús.
SOMOS COMO UN TEMPLO (1Cor.3:16-17). Somos la morada sagrada de Dios, donde habita el Dios santo. Se le rinde adoración y se ofrecen sacrificios de alabanza.

SOMOS COMO UNA RAMA DE UNA PLANTA (Jn.15:5). La planta de uva y sus ramas. Cristo es la planta y nosotros somos las ramas. Tenemos que estar unidos a él para dar evidencia de que somos discípulos de Cristo.
El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada. (Jn.15:5)
Se describe la relación de estrecha dependencia entre el creyente y Cristo para dar evidencia de ser un verdadero discípulo.

SOMOS COMO UN REBAÑO: LAS OVEJAS Y EL PASTOR (Jn.10:1-6…). Cristo es nuestro buen pastor que nos cuida, alimentándonos y protegiéndonos. Y nosotros obedecemos todo lo que él manda.

SOMOS COMO UN EJÉRCITO. No encontramos en el N.T una comparación que vincule directamente a la iglesia con un ejército terrenal, pero sí tenemos la comparación con el soldado romano en Efesios 6:10-20. Así que, Mantenemos una batalla espiritual constante contra las fuerzas demoniacas y que sólo con el poder de Dios y su armadura, podemos resistir y vencer.

SOMOS COMO UNA FAMILIA. Se describe la relación de parentesco espiritual con Dios y con el resto de los creyentes que viven en la misma casa del Señor. Dios es nuestro padre. Somos sus hijos y somos hermanos unos de otros; y todos viviremos en la misma mega- casa preparada por el Señor en los cielos. (1Tim.3:15; Ef.2:19-22).

SOMOS COMO UNA NOVIA O ESPOSA. Ilustra la relación conyugal con Cristo. La novia oriental no escoge al novio o esposo, son los padres que escogían a la novia. Dios, el padre celestial escogió a una novia de entre todas las mises del universo para su único hijo, esta es la iglesia. Ya estamos casados con él, y él nos está preparando para la celebración final de la boda donde viviremos juntos por la eternidad. (Jn.3:29; Apoc.19:7; 21:2,9; 22:17).

SOMOS COMO UNA CASA. Cada creyente representa una piedra que sirve para que avance el proceso de construcción del edificio. Estamos en el proceso de crecimiento espiritual en Cristo. Nuestra meta es llegar a ser como él es, en conocimiento, en carácter y con un cuerpo glorificado parecido al de él. Cada uno contribuye al crecimiento de toda la iglesia de Cristo. (1Ped.2:5).

SEREMOS COMO LA CIUDAD DE JERUSALÉN. Seremos hermosos, esplendorosos y gloriosos como la nueva Jerusalén descrita en Apocalipsis 21 y 22.

SOMOS COMO LA SAL. Somos como el cloruro de sodio cristalino que conserva o protege a los alimentos de la descomposición orgánica.
En ese caso, somos protectores contra la corrupción de la humanidad por el pecado. (Mat.5:13).
Somos también los sazonadores principales de la sociedad. Usted puede colocarle a la comida cualquier condimento, pero si no le echa sal no tendrá el sabor necesario.
El testimonio santo de cada creyente mantiene la sensación de moralidad que agrada y complace a Dios. Esta influencia santa e impacto moral del cristiano debe mantenerse en este mundo porque la conducta ejemplar del creyente produce un sabor o sensación especial muy agradable en este mundo. Estamos llamados a mantener el sentido verdadero de la vida en este mundo, de manera que da gusto vivir la vida en abundancia que nos ha dado el Señor.

SOMOS COMO LA LUZ. Los rayos luminosos se propagan en todas las direcciones a menos que encuentre un obstáculo que no permita el paso de ellos. Así mismo, somos los propagadores de los rayos luminosos de Dios en este mundo tenebroso, es decir, somos los responsables de propagar las buenas obras de Dios.
Tanto la obra poderosa que ha hecho y sigue haciendo en cada uno de nosotros, como los hechos maravillosos de Dios, debemos difundirlos ampliamente. Es interesante que la palabra griega eksaggeílete que utiliza Pedro en su primera carta 2:9 significa: “proclamar de un lugar a otro totalmente de manera detallada y exhaustiva los hechos poderosos de Dios”.
Todo el mundo tiene que conocer nuestras buenas obras para que glorifiquen a Dios por su obra maravillosa en cada uno de nosotros. (Mat.5:14-16).

SOMOS COMO UNA COLUMNA O UN BALUARTE DE UNA MURALLA: Estas palabras son sinónimas y tienen el mismo significado: somos protectores o defensores de la verdad inspirada por Dios contra los ataques del enemigo. (1Tim.3:15) (Baluarte: elemento de fortificación o de construcción ubicado en el cruce de dos lienzos de muralla). (Gran Enciclopedia Hispánica.pag. 685)

SOMOS COMO LOS SACERDOTES DEL A.T
Literalmente, no somos iguales a los sacerdotes del A.T y no tenemos que ponernos sotanas y otras indumentarias. Pedro describe a la iglesia como “Sacerdocio santo” y “real sacerdocio” (1Pedr.2:5, 9). Juan dice que somos “un reino de sacerdotes” no somos reyes como se traduce en la Reina-Valera 60 (Apoc.1:6, 5:10). Seremos sacerdotes de Dios y de Cristo (Apoc.20:6). Por lo tanto, somos un reino de sacerdotes o siervos santos para Dios y Cristo. Los rasgos que se resaltan en todo esto es la santidad y el privilegio de gobernar con el Señor.

SOMOS EL NUEVO PUEBLO DE DIOS.
Esta es la descripción más literal que existe en la Biblia para referirse a la identidad o naturaleza de la Iglesia. Todas las anteriores son figuras literarias que enfatizan una característica particular de la identidad o naturaleza de la Iglesia.
Pablo lo expresa de esta manera: “Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz… (Ef.2:14-15).

Pablo añade otra característica de la iglesia cuando le dice a Tito lo siguiente: “Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tit.2:14).
Hay dos rasgos que menciona Pablo en estos textos: la iglesia es el nuevo pueblo de Dios y que es celoso de buenas obras.
Pedro amplía la descripción de la Iglesia como nuevo pueblo de Dios así “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes…Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios… (1Pedr.2:9-10).
Pedro describe a la Iglesia como pueblo escogido por Dios, privilegiado y santo.

La concepción que tiene Pedro de la identidad de la Iglesia la basa en la declaración que hizo Jehová en el A.T cuando llamó a su pueblo Israel así: “…vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Vosotros me seréis un reino de sacerdotes (real sacerdocio) y gente santa” (Ex.19:5-6).
Ahora estamos en capacidad para describir de esta manera a la iglesia: La iglesia de Cristo es el nuevo pueblo de Dios que ha sido escogido desde la eternidad por Dios, redimido y justificado por medio de la muerte de Cristo, santificado y sellado por el Espíritu santo; privilegiado y participante del reino eterno de Dios; inmenso e innumerable; guerrero e invencible; y glorioso; dependiente de Cristo y comprometido con él; celoso de las buenas obras, que difunde totalmente las obras poderosas de Dios; que mantiene el verdadero sentido de la vida, y que defiende la verdad, el cual crece unido y armónicamente hasta llegar a ser conforme a la imagen de Cristo para la gloria de Dios.

Preguntas para las mesas de trabajo
1. ¿Iglesia local vrs Iglesia universal?

2. Nuestra identidad ya está determinada por Dios y revelada en su santa Palabra:

Evalúen el concepto de la identidad o naturaleza de la iglesia que se ha dado en la conferencia ¿Qué es la iglesia?

3. ASIGEO no es una iglesia, pero sí es una asociación de iglesias: ¿Por qué necesitamos determinar nuestra identidad? ¿Cómo nos identificamos actualmente? ¿Cuáles son los rasgos o características bíblicas que forman la identidad de un verdadero cristiano? ¿Cuáles son los rasgos bíblicos que caracterizan a la Iglesia de Cristo? ¿Qué debemos hacer para identificarnos como iglesias asociadas?

4. ¿Debemos rechazar las organizaciones para-eclesiásticas porque no son iglesia? (justifique su respuesta)


Tema desarrollado por: Ps. Eduardo Mejías para la I Convención del II Centenario de ASIGEO, y LXXVI desde su fundación.

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