El inesperado y traumático Covid-19
La pandemia del COVID 19 y todo el caos que ha traído, ha logrado cambiar nuestras vidas por completo. Nada es igual en medio de esta convulsión humana, y nada será igual después de ella. Solo nos sostiene el seguir Creyendo en Dios y que todo esto pasará.
Pero hay marcas, lecciones que nos dejará este coronavirus. Aprendizajes que jamás serán borrados de nuestra memoria fácilmente. ¿Tú estás aprendiendo algo de todo este caos? Si aún no lo has reflexionado, te invito a que juntos lo hagamos, acerca de las enseñanzas que toda esta dificultad llamada Covid-19 nos está dejando, y las que nos aportará cuando hayamos pasado este desierto.
Recordando las Escrituras
«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.»
Efesios 5:15-20 RVR1960
En medio de este caos por la pandemia, Dios nos da una guía, una esperanza: «Saquen el mayor provecho de esta oportunidad». Pocos podemos ver la convulsión humana por el Covid-19, como algo a lo que podamos sacarle provecho. Sin embargo, muchos empresarios, comerciantes, grandes comercios electrónicos y plataformas digitales están viendo oportunidades valiosas en medio de esta pandemia.
Nosotros como hijos de Dios, necesitamos voltear la mirada hacia Él para ver ¿qué lecciones no está dejando todo esto? ¿Qué podemos extraer como positivo de estos días malos y difíciles? Recordemos que:
«(…) a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Romanos 8:28 RVR1960
Lecciones
- Estamos valorando más esos lugares y a personas que acostumbrábamos a tener cerca. Ahora que no podemos frecuentarles, estamos añorando esos momentos y estamos aprendiendo a amarles más.
- Esto debe aumentar nuestra fe en todas las áreas de nuestra vida. Es increíble y asombroso ver cómo la mano de Dios nos sustenta y provee en lo más mínimo.
- Nuestros corazones están siendo movidos por el Señor para dar a otros, aún de lo poco que podemos tener.
- El mundo entero, a una sola voz, está clamando al Señor por una misma petición: piedad y misericordia.
- La palabra GRACIAS no sale de nuestra boca. Dormimos con ella, y despertamos con ella. Alabado sea Dios que en medio de esta pandemia podemos decir de todo corazón: GRACIAS SEÑOR.
- Nos enseña lo vulnerables que somos ante un virus tan pequeño. Lo frágiles y fuertes que podemos ser al mismo tiempo.
- Al entender que somos tan destructibles, nos humillamos ante Dios y clamamos por su protección. Solo Él nos socorre en el día malo. Su mano fuerte nos sostiene, porque nosotros, siendo tan débiles, podemos soltarnos.
- Nuestra familia puede fortalecerse debido al abundante tiempo que estamos pasando juntos. Aprovechemos esta oportunidad que Dios nos da para dedicarnos y prestar atención a lo que realmente vale la pena: nuestra familia, apreciar y valorar más nuestro hogar y miembros de él.
- Vemos cómo Su palabra se hace vida en nosotros. Ahora es más que sabernos un verso de memoria; ahora lo palpamos, lo experimentamos, lo vivimos en carne propia. Cada palabra que Él nos ha dejado, es suficiente para avanzar en medio de este caos.
- Él nos está enseñando a valorar más lo espiritual que lo material.
- Nuestra higiene no será la misma. Seremos más cuidadosos y precavidos. Más pulcros y limpios en todo y con todo.
- Dios nos está enseñando que nuestro tiempo y vida están en sus manos, dependen de Él.
- Que hay tiempo para todo. Tiempo para reír, para trabajar, para descansar, para llorar y para estar encerrados. Todo tiene su tiempo debajo del sol y nada escapa de sus manos.
- Estamos buscando más la presencia de Dios. Ahora Dios nos ha dado más tiempo para intimar con Él. Debemos invertir bien nuestro tiempo para darle el primer lugar.
Con todo este caos mundial, Dios nos está llevando a convencernos más de que esta tierra no es nuestro hogar. Este es un lugar pasajero donde vinimos a morar por un tiempo. El hogar nuestro es eterno. Allí no hay virus, no hay tapabocas, vacunas, llanto, dolor, angustia, miedo, ansiedad, ni depresión.
Al ver tanto dolor en esta tierra, nos hace amar más nuestras moradas celestiales, nuestro lugar perfecto junto al trono de Dios. Él nos ha dado la garantía de un hogar seguro y feliz de verdad. No es una fantasía, un cuento de hadas; es una gran verdad que debemos recordar y creer.
«Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.»
Colosenses 3:2-4 RVR1960
Cuando todo este caos haya pasado, tendremos una fe más firme en el Señor. Una confianza en Él más plena. Nuestro corazón será más agradecido. Amaremos más profundamente que venga pronto por su iglesia. Continuemos peleando la buena batalla de la fe, porque ella está siendo probada, y en Cristo podemos vencer, pues Él es el dueño de todos los tiempos.
«para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,»
1 Pedro 1:7 RVR1960
🔅Si tu esperanza aún no reposa en Jesús, quiero invitarte a hacer esta oración con fe y con todo tu corazón: Mi Dios y creador, perdona mis pecados, reconozco que no hay otro camino para acercarme a ti más que Jesucristo. Reconozco hoy que te necesito y que mi alma tiene sed de ti. Socórreme en este tiempo difícil y ayúdame a permanecer confiando en ti sin desmayar ni retroceder. Límpiame de toda mi maldad y ayúdame a poner mi esperanza en ti y en tu palabra viva. Te amo y quiero amarte hasta el fin.
Publicado originalmente publicado en el Blog Vestigios en el Corazón
Yamileth de Bonilla, es Periodista de profesión, Asesora Editorial de ASIGEO Venezuela, Escritora y Editora de Vestigios en el Corazón y esposa del Pastor Cesar Bonilla, miembro del Equipo Pastoral de la Iglesia Evangélica «El Buen Pastor» de Carúpano | R5
0 Comentarios