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Hace algunos años, el líder de un ministerio cristiano me dijo: Anoche tuve una visita especial de Dios. Él me dijo que debes unirte a mi ministerio. Esa noche por mi mente pasaron toda clase de preguntas. ¿Por qué el Señor no me dijo esto a mí en forma directa? ¿Por qué me pedía hacer algo que me disgustaba? Y… ¿Por qué no se me revelo a mí en la misma forma que lo había hecho con esa persona?

Poco después me enteré de que su ministerio se había desintegrado.  En el proceso, muchos habían sido lastimados, y otros reclutados por medio de la misma historia usada conmigo.

El abuso de la autoridad espiritual se produce cuando un líder, aduciendo que tiene un llamado específico de Dios, toma ventaja personal de la lealtad de sus seguidores. Ellos se convierten en víctimas que, al confiar en él, terminan siendo usadas para un beneficio egoísta. Así, finalmente, la fe y la autoestima de los seguidores resultan lastimadas.

El concepto de abuso de la autoridad espiritual

Como hemos dicho anteriormente el abuso de la autoridad espiritual se produce cuando un líder, aduciendo tener un mandato específico de Dios, lo utiliza para manipular o tomar ventaja de sus seguidores a fin de satisfacer intereses personales.

Los creyentes estamos llamados a poner a las autoridades espirituales en alta estima como representantes de Dios mismo. La Biblia subraya la importancia de obedecer y respetar a las autoridades designadas por Dios. Por ejemplo, cuando David tuvo oportunidad de desafiar la autoridad del rey Saúl, no lo hizo porque lo consideró una autoridad elegida por Dios.

Aun cuando una persona haya sido llamada por Dios a un ministerio de liderazgo espiritual, el peligro acecha cuando el líder se embriaga de poder y, torciendo este llamado, lo utiliza de una manera egoísta. Los seguidores comienzan a esforzarse con el objeto de satisfacer intereses personales de su líder como poder, popularidad, riquezas, etcétera.

Características de un líder abusivo

Algunos de los siguientes criterios podrían ser aplicados a un líder espiritual abusivo:

  • Dice tener una relación con Dios única y especial.
  • Dice tener algún tipo especial de comunicación con Dios.
  • Hace creer a sus seguidores que al hacer algo para él están sirviendo a Dios en forma especial.
  • Convence a sus seguidores de que, si ellos algún día lo abandonan a él o a su ministerio, estarían traicionando a Dios mismo.
  • Persuade a sus seguidores de que, con él, ellos tienen un ministerio único y que no hay lugar para ellos en otra área de servicio.
  • Convence a sus seguidores de que él recibe revelaciones específicas sobre la vida privada de ellos.
  • Se esfuerza en tener control sobre todas las áreas de la vida de sus seguidores.
  • Se interesa por cualquier información privada de sus seguidores, especialmente pecados o errores.
  • No delega en sus subordinados la facultad de tomar decisiones mayores.

Hace compromisos económicos unilaterales que ponen en riesgo la estabilidad financiera del ministerio.

  • Recuerda a sus seguidores los sacrificios que él hace para servir.
  • Es crítico de otros líderes y ministerios.
  • Se describe a sí mismo como un líder demandante pero muy tolerante a la vez.
  • Exagera sus éxitos ministeriales.
  • Hace creer a sus seguidores que no se están sacrificando lo suficiente por el ministerio.
  • Persuade a sus seguidores de que no lo aprecian lo suficiente.
  • Trata de desanimar cualquier contacto entre algún disidente con sus seguidores leales.
  • A menudo, cuando un subordinado termina algo, le hace creer que pudo haber sido hecho mejor.
  • Es leal con subordinados que tienen problemas obvios de carácter, pero que son leales a él incondicionalmente.
  • Prefiere trabajar independientemente de otras iglesias, denominaciones o misiones.
  • Su ministerio no es fiscalizado por una autoridad superior.
  • Trata de expandir el alcance de su ministerio a riesgo de una administración inadecuada.

Características de una víctima de abuso espiritual

Algunos criterios podrían aplicarse a la víctima de un líder espiritual abusivo.

  • Se involucra de tal manera en el ministerio que descuida su familia, su trabajo y hasta su propia persona.
  • Se preocupa en forma crónica por complacer a su líder.
  • Es incapaz de verse separado de su líder o del ministerio.
  • Se rehúsa a compartir preocupaciones personales por temor a que su líder pueda saber algo negativo de él.
  • Interpreta la relación con su líder como el equivalente a una relación ideal con un padre o una madre.
  • Hace enormes sacrificios por el bienestar de su líder.
  • Siente que cualquier error es una ofensa, primero a su líder y luego a Dios.
  • Se mete en discusiones innecesarias para defender la reputación de su líder.
  • Tiene el sentimiento crónico de que, cuando se encuentra cerca de su líder, su vida entera está expuesta ante él.
  • Si comete un error, siente, la necesidad de pedir perdón a su líder inmediatamente.
  • Pierde iniciativa y depende de la aprobación de su líder aun para asuntos mínimos.
  • Planea su día alrededor del horario o demandas de su líder; los asuntos personales son relegados a un segundo plano.
  • Es muy crítico con otros líderes y ministerios.
  • Tiene la tendencia a pensar, vestirse, y hablar como su líder; algunas veces en una forma casi exagerada.
  • Se siente resentido contra Dios por no darle las mismas «revelaciones» que su líder pareciera tener.
  • Tiene enormes dificultades en decir «no» a su líder.
  • Cuando está solo, tiene la sensación de que su líder lo observa.
  • A menudo se convierte en un enemigo activo y crítico cuando pasa a ser un disidente.

Etapas en la percepción del abuso

Negación.  La víctima no ve nada disfuncional en la relación, está muy entusiasmado porque se siente importante y útil. La razón para negar que exista abuso es que el subordinado tiene poca o ninguna noción de las dinámicas de una relación abusiva. 

Justificación.  A menudo familiares o amigos comienzan a tomar nota de que la relación no es saludable y concluyen que el líder se está aprovechando.  Estas personas comienzan a cuestionar a la víctima.  En algunos casos, también la víctima comienza a sentirse desanimada por los grandes sacrificios que involucra seguir a su líder y, entonces, racionaliza estos sacrificios.

Agresión.  A causa del exceso de demandas o de la presión de las personas cercanas a él, la víctima defiende la validez de la relación y puede ejercer una actitud agresiva hacia sí misma o hacia los que sugieren que su líder está aprovechándose de él. Por ejemplo, puede evitar todo contacto con el que, según su criterio, lo está acusando injustamente, o desvalorizar el carácter de sus críticos. La víctima comienza a verse cansada y de mal humor.

Crisis. En esta etapa, la víctima sufre una pérdida personal a causa del costo de tener que satisfacer las constantes demandas de su líder. Las pérdidas pueden darse a nivel físico, social, o espiritual. En el plano físico, podría haberse extralimitado físicamente y comenzar a sufrir una crisis de salud, como por ejemplo hipertensión, úlceras, ansiedad, etcétera. Una crisis social podría darse porque la víctima es abandonada o decide abandonar a sus amigos o familiares; por ejemplo, la esposa se va de la casa porque alega que su esposo ocupa todo su tiempo siguiendo al líder. Una crisis espiritual podría producirse cuando la víctima siente que Dios la ha abandonado y no ve retribución por sus sacrificios.

Racionalización.  Durante un período de pérdida o crisis a causa del desbalance de su vida, la víctima puede comenzar a racionalizar. Se convence a sí misma de que los problemas que sufre no tienen nada que ver con la relación abusiva, sino que son otros los factores causales. Por ejemplo, es demasiado débil y no es capaz de perseverar en las demandas del Evangelio, o sus amigos y familiares están equivocados en su percepción de la relación. Podía también creer que Dios está ahorrando una enorme recompensa para dársela a él, o que Dios se ha olvidado de él pero que pronto cambiará de actitud.

Aceptación. De la etapa de crisis, la víctima podría entrar a la etapa de aceptación, donde se da cuenta de que las pérdidas que ha sufrido son el resultado directo de la relación abusiva, y que se han aprovechado de él. Idealmente, en esta etapa, la víctima se responsabiliza por su bienestar y busca ayuda profesional. 

Aceptar la relación de abuso podría llevarlo a una actitud agresiva en contra de su líder. Por ejemplo, si la víctima tiene algún liderazgo dentro del ministerio, fomentará una rebelión o división de este, en la mayoría de los casos con amargos resultados.

La aceptación de una relación abusiva no ocurre exclusivamente durante una crisis; es posible que la víctima se dé cuenta del abuso antes de que llegue a un punto crítico.

Síndrome de abstinencia.  Se produce cuando la víctima ya ha dejado la relación y comienza a extrañar los buenos elementos de ésta como, por ejemplo, compañerismo y aceptación. La victima podría deprimirse, ya que, en realidad, aunque era una relación dañina, también ha perdido a una persona que había aprendido a amar y respetar.

Recuperación. La víctima llega a tener noción de su propia vulnerabilidad al involucrarse en relaciones dañinas y comienza a ser más proactiva para evitarlo; se vuelve más cautelosa al comenzar una nueva relación. En esta etapa existe el peligro de que la persona se involucre, casi sin darse cuenta, en otra relación abusiva.

Aconsejando a víctimas de líderes espirituales abusivos.

Es necesario evaluar a la víctima y al líder en base a la lista de criterios mencionados anteriormente. Aunque en toda relación de autoridad algunos criterios puedan estar presentes temporalmente, solamente la presencia constante de algunos elementos en cada categoría puede calificar la relación como abusiva.

Si la víctima está todavía bajo la autoridad directa del líder espiritual abusivo, es preferible que sea aconsejado junto con otro pastor o líder de la comunidad. Esto es para proteger al consejero de cualquier malentendido; también ayudará a la víctima a sentirse protegida, ya que podría temer que su líder tome represalias en su contra. Aun cuando no exista evidencia concreta de esto último, el temor es real.

El consejero debe evaluar si la víctima creció en un ambiente en el que experimentó alguna clase de abandono, descuido, o desaprobación. Si éste es el caso, es un buen candidato para ser victimado. Es importante que se ayude a la persona a entender la relación entre lo que le hizo falta en su niñez y sus necesidades presentes. Luego de esto, se debe evaluar cómo esta relación abusiva en particular llevó a creer que sus necesidades emocionales estaban siendo satisfechas.

Se debe determinar si la víctima acepta o niega la existencia de abuso. Al aceptarla, la víctima tiene más posibilidades de ser ayudada, ya que puede entender la relación entre sus necesidades y la satisfacción que obtiene a través de esa relación. El consejero debe ejercitar su paciencia si la víctima niega o justifica la realidad de una relación abusiva, ya que una confrontación innecesaria podrá ahuyentarla. Si la víctima no reconoce o justifica el abuso, se le puede informar acerca de los elementos que definen el abuso de autoridad, para que después observe la relación y llegue a sus propias conclusiones.

Él consejero debe procurar evaluar si la víctima ha estado involucrada previamente en alguna otra relación abusiva. Si éste es el caso, la pregunta es: ¿cómo hizo para terminar con esa relación? Si existió algo positivo, ¿cómo pueden utilizarse esos elementos para ayudarla? Lamentablemente, es común encontrar que la víctima huyó de relaciones abusivas previas y se convirtió en un disidente amargado.

El consejero debe ayudar a la víctima a analizar qué es lo que otras personas fuera de la relación piensan de ella, especialmente amigos cercanos y familiares. Es muy posible que las personas cercanas ya le hayan expresado sus opiniones negativas; entonces, podría usar la retroalimentación de otros en el proceso. Esto le permite colocarse en una posición de menor involucramiento confrontativo lo que es muy importante, ya que existe el riesgo permanente de que cuando los elementos negativos de la relación salgan a la luz, o sean entendidos por la víctima, ésta quiera terminar la relación de consejería. Se trata de una reacción normal, por cuanto la persona comienza a sentirse avergonzada o acusada.

Ayude a la víctima a evaluar la forma en que ha cambiado desde que comenzó la relación abusiva. Esto puede llevarla a ver con sus propios ojos el proceso negativo de la relación. También la ayudará a entender y evaluar las pérdidas físicas, sociales o espirituales que tuvieron lugar a causa de la relación abusiva.

Asimismo, ayude a la víctima evaluar sus habilidades y potenciales positivos. En algunos casos, ha vivido por tanto tiempo en función de su líder que necesita aprender de nuevo cómo vivir para sí mismo y su familia.  Por ejemplo, podría necesitar ayuda en cuanto a cómo establecer metas personales o administrar el tiempo.

Es posible que la víctima desee permanecer en la relación y/o mantenerse dentro de la organización, pero ha obtenido noción del abuso de autoridad. De ser así, el consejero puede ayudarla a encontrar formas para ser más asertiva, es decir, poner y comunicar límites en sus responsabilidades de trabajo, salario, horario y tiempo libre. En algunos casos, cuando la víctima de abuso de autoridad adquiere noción del mismo, podría experimentar enojo y, consecuentemente, el deseo de confrontar a su líder. En este caso, es aconsejable que exploren juntos cómo esta confrontación puede hacerse en la forma más constructiva.

La víctima puede experimentar dolor a causa de la pérdida de la relación. Si éste es el caso, primero ayúdela a identificar este dolor. Es muy posible que el líder espiritual abusivo la apreciara sinceramente, pero en una forma egoísta.  El dolor que la víctima experimenta estará ligado al hecho de que algunos ven en sus líderes características de otras personas que desearon fueran parte de su niñez, pero que nunca existieron.

Ayude a la víctima a entender sus sentimientos de enojo y/o resentimiento hacia su líder o en contra de sí misma. Algunas personas tienden a maltratarse al descubrir que permitieron el abuso. Es importante ayudarlas a identificar y describir esos sentimientos negativos. En algunos casos, la víctima utiliza en su dolor mecanismos autodestructivos, por ejemplo: el aislamiento. Según mi experiencia, se requiere de tiempo para sobreponerse a los sentimientos de dolor. Es recomendable que, en lugar de presionar para que la víctima los olvide o ignore en forma inmediata, se pase tiempo con ella para asesorarla acerca de cómo hacer estos sentimientos más manejables, considerando que si la persona tiene un caminar espiritual estable, pronto comenzara a manifestar los frutos del Espíritu y, consecuentemente, se le hará más fácil perdonar. Evalúe si la víctima ha sido abusiva con alguien más. Es posible que la víctima imite el comportamiento abusivo de su líder. Si éste es el caso, ayúdela a hacer restituciones como, por ejemplo, ir y pedir perdón a las personas de las que ha abusado.

Si la víctima ha salido de la iglesia local o ministerio y no desea retornar, es apropiado no forzar el asunto hasta que la persona esté lista. Si desea regresar, asegúrese de que usted o alguien familiarizado con el caso provea apoyo al proceso de reingreso. Hay un riesgo para la víctima al comenzar a congregarse y/o servir, ya que es muy sensible a cualquier cosa que pueda ser interpretada como manipulación.

Es importante también ser sensible a como la víctima percibe su relación personal con Dios. Algunas sienten amargura al pensar que Dios fue injusto con ellas; otras encuentran difícil orar. El consejero debe tomar esto en cuenta, ya que forzarla prematuramente puede ser contraproducente; debe esperar a que la víctima demuestre estar lista para acercarse a Dios. En mi experiencia, los que ayudan con mayor efectividad son aquellos que en lugar de llevar apresuradamente a las personas a Dios, permiten que ellas vean a Dios a través de su disponibilidad, amor, tolerancia, comprensión, etcétera.

Refiera a la víctima a un grupo de apoyo en donde pueda expresar sus sentimientos y sentirse comprendida y apoyada; asegúrese, de que el grupo tenga un liderazgo maduro y adecuado. Estimule a la víctima a que se involucre en un estudio bíblico que trate sobre modelos bíblicos de autoridad.

En conclusión, creo que es posible ayudar a la víctima de un líder espiritual abusivo. Sin embargo, en mi experiencia he encontrado que un ciclo de abuso que se ha venido desarrollando durante muchos años no se puede romper con facilidad   luego de unas pocas sesiones de consejería. Irónicamente, un consejero ansioso de ayudar tiende a imponer soluciones que repiten el mismo patrón de manipulación del líder abusivo. He encontrado que los consejeros más efectivos son aquellos que se muestran prudentes y saben discernir el tiempo de hacer duelo junto con la victima por las pérdidas sufridas, el tiempo de escucharla y el tiempo de confrontar…

Tomado de: Apuntes Pastorales

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