Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. (Hch 20:24)

Sin duda, estás últimas semanas han estado convulsionadas por las alarmas de la guerra que están sonando en el mundo. Esto coloca a los creyentes en un estado de alerta y diligencia en relación al llamado ministerial recibido. Pareciera que algunos «cristianos» simplemente ostentan un título sin ejercerlo, reflejan un llamado sin respuesta, y una profesión sin práctica. 

Pensando en la labor misionera global, local, entre las etnias y en medio de nuestros hogares, es conveniente evaluar nuestro llamado y la manera en que estamos respondiendo al mismo.

En el año 2019, en plena pandemia, escuchamos angustiados la noticia de la desaparición de una avioneta que traía desde el campo misionero a la familia Alamo (Pareja y dos hijos), quienes junto al piloto se precipitaron de manera dramática a tierra. Se esperaba lo peor, y las labores de rescate eran casi nulas debido a la dificultad para accesar al lugar dónde suponía que había caído la avioneta; el terreno estaba lleno de peligros, rico en vegetación selvática con animales peligrosos. Algunas personas de la etnia Shiriana, escucharon el sonido de una avioneta muy cerca del lugar donde se encontraban de cacería, según ellos mismos describieron luego: Parecía que se precipitaba a tierra. Esto llevó a los rescatistas a ubicarse en el lugar donde por última vez los indígenas escucharon el sonido de la aeronave. Días después del accidente, y con pocas esperanzas, provisiones y con todo tipo de animales rondándoles; encontraron milagrosamente con vida a la familia Alamo y al piloto de la aeronave: Mostraban algunas heridas emocionales y físicas, pero con la inmensa alegría de haber sido rescatados y atendidos de manera eficiente; TODOS estábamos felices.

Al escuchar la historia de esta familia y de muchas otras que en la escritura y en nuestros días arriesgan sus vidas por llevar el evangelio a lugares desconocidos, me preguntaba, ¿de qué manera realmente estamos comprendiendo y evidenciando el llamado de Dios en nuestras vidas?.

Tenemos algunos elementos que nos ayudan a ver y comprender mejor, la forma en que estamos llamados a responder de manera correcta a la misión encomendada. 

I. En primer lugar evidenciamos el llamado de Dios cuando formamos parte y representamos a la iglesia de Dios. (Hechos 1:8)

  • El Apóstol Pablo menciona que desde Jerusalén hasta Ilírico lo inundó con el evangelio, llenando y alumbrando todo a su paso. (Romanos 15:19).
  • Pablo habla de la herramienta de la «locura de la predicación» cómo instrumento que Dios en su soberanía dejó a la iglesia para llevar a cabo su plan. (1 Corintios 1:21).
  • La iglesia unida, con el poder y la capacidad del Espíritu Santo, y con las credenciales necesarias de orden y sujeción al Señor, avanzará teniendo Dios a un ejército de hombres y mujeres para cumplir su misión. (Lucas 24:49, Hechos 2:1-2).

II. También evidenciamos el llamado de Dios, cuando lo entendemos y atendemos de manera personal. (Hechos 20:27)

  • El llamado que Jesús hace a sus discípulos para el cumplimiento de su misión es personal. (La iglesia está compuesta por personas redimidas) Mateo 28:18-20
  • El Apóstol Pablo después de recibida la revelación de Dios, estaba convencido y entendido de lo que debía hacer, así como también la familia Alamo lo ha hecho. (Después del accidente, confrontaron muchos problemas emocionales, de ansiedad y temor, secuelas propias de un accidente de ese tipo, sin embargo, ellos nunca han menguado en su pasión por alcanzar a la tribu Shiriana). 
  • Mientras existan guerras, pandemias y calamidades de todo tipo, como consecuencia del pecado y oscuridad del mundo, la iglesia y los creyentes son y serán medios de esperanza en el lugar donde se encuentren; rayos de luz, paz y reconciliación.

III. En último lugar, evidenciamos y comprendemos nuestro llamado, teniendo planes acordes a nuestra posición y a la misión global de Dios. (Hechos 1:8)

  • Grandes emprendimientos para Dios, traerán grandes respuestas de Dios, (Guillermo Carey) que nos colocarán en puestos privilegiados en la obra de Dios.
  • Estos planes deben estar dentro del gran plan divino, y ajustados a los deseos de Dios. (Hechos 27:24-25).
  • Evidenciaremos en nuestras vidas el llamado de Dios, cuando los deseos de buscarle sean primordiales, elementales, urgentes, insustituibles, sin fatigas que le mengüen, genere quejas o gravedad pesada, sino más bien que lleguemos a actuar y decir, como la letra de una vieja canción, que hacía mención  de que al final, todo lo que hacemos debe hacerse con el ánimo y razón única de honrar y servir al Señor, en nuestro llamado debemos responder con la más alta motivación de que será  por y para el Señor.

Al final, el tiempo y los cambios a nivel mundial, deben hacernos mejores creyentes, por lo que necesariamente deberíamos estar actuando acordes al llamado que hemos recibido, no podemos estar sin fruto y paralizados, porque en una batalla o misión, todos tienen tareas que cumplir, mucho más cuando sabemos que la victoria está asegurada y guardada en el Señor para aquellos fieles que confían y responden cabalmente al llamado.

Compartir

0 Comentarios

Deja un comentario

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.