El apóstol Pablo estaba obsesionado en tener un buen final. Veía la vida como una carrera.  Al encontrarse con sus amados ancianos de Éfeso por última vez, dijo: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hch. 20:24). Pablo estaba tan motivado por terminar bien, que desafiaba a los creyentes Corintos a: «Correr (la carrera) de tal manera que obtengan el premio… No… corriendo como a la ventura» (1 Co. 9:24-26). Disciplinaba su cuerpo a hacer lo que debía hacer, no lo que deseaba, «no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (v. 27). Qué gozo invadió su corazón cuando testificó al final de su vida: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Ti. 4:7).

¿Qué fue lo que motivó al Apóstol Pablo a proseguir hasta el final? Quizá el mismo motivo que incitó a Daniel y sus tres compañeros, Sadrac, Mesac y Abed-nego a fijar sus ojos en Dios y ser suyos hasta el final, sin importarles las consecuencias. O a David, José, los apóstoles, Bernabé, Jorge Müller, Billy Graharn y miles de seguidores de Cristo cuyos nombres quizá sean conocidos por unos pocos, pero que han influido en la vida de los que los conocieron.

Terminar bien no significa alcanzar la perfección, sino como Pablo, proseguir hasta el final para que cuando éste llegue, nos encontremos aun creciendo en amor e intimidad con Cristo, dándole a conocer, viviendo como sus discípulos y amando a las personas que Dios pone en nuestro camino, procurando hacer siempre Su voluntad.

Hemos comparado escritos sobre los muchos líderes que hemos estudiado, tanto de los que han terminado bien como de los que no han terminado bien. Los que terminaron bien parecen haber tenido algunas características similares y a los que no terminaron bien les faltaban esas mismas características.

Cinco características de quienes llegan bien al final de la carrera  

  1. Tenían una perspectiva que les permitió mantener un claro objetivo.

La perspectiva se destaca como característica de todo buen líder y de quienes terminan bien la carrera. Dicha perspectiva incluye ver el contexto más amplio de la circunstancia presente, poder relacionar lo que está sucediendo con el panorama a largo plazo. Con una perspectiva clara y adecuada uno puede centrar su atención en lo importante o prioritario. Sin esa perspectiva uno puede perder de vista el objetivo.

Un amigo mío en la universidad acostumbraba comprar rompecabezas y organizar equipos de competencia para ver quién podía ordenarlos más rápidamente. Los equipos llegaron a ser bastante buenos, Un día desparramaron los pedazos del rompecabezas sobre el piso sin dejar que los equipos vieran la figura de la caja. Sin un modelo que los ayudara a organizar las piezas, la confusión era total.

La perspectiva es como la fotografía o el dibujo en la caja de rompecabezas. Sin una meta clara en nuestra vida la tendencia será no canalizar las energías y caer en la mediocridad, haciendo un poco de todo, no siendo eficaces en nada. Aquellos con influencia en su mundo son aquellos que pueden concentrar esfuerzos y atención en áreas apropiadas y pueden mantener esa actitud.

El apóstol Pablo demuestra el efecto recíproco que tienen la perspectiva y la mirada concentrada en la meta. En Filipenses 1:12-19 Pablo se enteró de que algunas personas que supieron de su encarcelamiento estaban predicando sobre Cristo por motivos de rivalidad, maldad y ambición. Él se pudo haber enojado y recomendado a los cristianos que se lo impidieran, pero el enfoque de su ministerio era llevar a los gentiles a Cristo (Gá. 2:7).

Su perspectiva le recordaba que la salvación de Dios viene a través del nombre de Jesucristo, no a través de una presentación o de la motivación del presentador… y Dios estaba utilizando sus situaciones difíciles (cárcel, entre otras) para extender el evangelio a las comunidades gentiles, ese era su enfoque.

La perspectiva viene a través de la experiencia y de la meditación en la presencia de Dios. Asaf, el escritor del Salmo 73, se desanimaba al ver que los malos prosperaban y que él no era recompensado en sus esfuerzos por mantenerse puro. «Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que, entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos» (vv. 16-17). La verdadera perspectiva viene de la Palabra de Dios y su presencia.

Cuando comenzamos a entender cuáles son las prioridades de Cristo y las aplicamos a nuestra vida, podemos entonces centrar nuestro objetivo en lo correcto. Simplemente requiere tiempo conocer a Cristo y su Palabra, permitiendo que Su mente invada nuestra mente. Un mentor que reúne estas cualidades es de gran valor para tal fin.

  1. Disfrutaban de intimidad con Cristo y experimentaban continua renovación interior.

La intimidad, con Cristo es la substancia de nuestro ser interior. Salomón, el rey de Israel, escribió en Proverbios: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida (4:23). El  poder para guiar y ministrar viene de la vida interior. Este era el enfoque de la vida del apóstol Pablo: Conocer a Cristo íntimamente (Fil. 3:10). La consideraba una práctica de por vida que necesitaba ser llenada varias veces.

En Juan 14:21 Cristo nos asegura que si obedecemos los mandamientos de Dios, el Padre,  Cristo nos amará y nos revelará más de sí mismo.

Mateo 11:28-30 nos invita a unirnos en yugo con Cristo, a obedecerle y trabajar en unión con El y, por lo tanto, aprender de El. Cuando era niño trabajé todo un día con mi padre en un duro trabajo de reparación. Estábamos solos los dos, pensando, excavando, transpirando, conversando para reparar una cañería y válvula de agua. A través de esa experiencia aprendí más que nunca antes de El.

Nos “unimos juntos en yugo”.

            Al pasar tiempo con Cristo, tratando de vivir en obediencia y ministrando a sus ovejas juntamente con El (Juan 21:15-17, Mateo 24:40), habrá tal intimidad con El que cada área de nuestra vida se verá afectada. La intimidad y el carácter semejantes a Cristo serán parte de nosotros al tiempo que permitimos al Espíritu Santo tomar posesión de nuestras vidas y al tiempo que experimentamos una continua comunión con El.

            Cuando notamos falta de integridad en nuestra vida exterior, hay un síntoma claro de falta de integridad en la vida interior que nadie percibe. Y cuando hay falta de integridad, no hay poder espiritual, confianza, libertad ni transparencia. El secreto de la integridad interior es intimidad con Cristo.  La mayoría de los líderes que hemos estudiado, que no terminaron bien, fallaron en su vida interior. Su integridad se deterioró y tomaron malas decisiones. Al concientizarse del creciente abismo entre la verdad y la vida en su ser interior y al temer ser descubierto se apartaron de la comunión que más necesitaba… y de la comunión con Cristo.

            Hace varios años conocí a un anciano hermano que gozaba de intimidad con Cristo por vivir en integridad haciendo evidente el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23) y pasión por la gloria de Cristo. Mientras oraba con él percibí en mi corazón la presencia de Cristo y la familiaridad que disfrutaba con Él. Le pregunté acerca de su relación con el Señor Jesús y cómo se había desarrollado. «Todo comenzó a cambiar cuando me entregué a lo que dice Mateo 22.37-39: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo»‘. Su desafío me motivó a buscar esa intimidad a un nivel más profundo.

¿Ha tratado usted de cumplir ese mandamiento? Jesucristo lo hizo en Su amor por Dios el Padre. Mire a Su vida:

*»Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 99:42).

*»Porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29).

* “Pero le conozco, y guardo Su palabra» (Jn. 8:55).

* “Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorificado tu nombre» (Jn. 12:27-28).

*»Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar» (Jn. 12:49).

*»Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que hiciese» (Jn. 17:4).

*»Mete tu espada en la vaina, la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?’ (Jn. 18:11)

Estos versículos revelan una total rendición a Su voluntad, un impulso por agradarle, una confianza plena… una pasión para la gloria de Dios. Jesús vivía en armonía con Él porque le conocía, le confiaba todo y pasaba tiempo con Él. Usted puede decir: “Él es Jesús, yo nunca podría hacer eso”, o puede comenzar a practicarlo y Dios le dará poder para realizarlo. Nosotros se lo podemos asegurar.

  1. Eran disciplinados en las áreas importantes de la vida.

La disciplina no se destacó en todas las áreas de aquellos que terminaron bien, pero sí en las áreas importantes y aun éstas variaban. Por ejemplo, algunos fueron disciplinados en su oración y estudio bíblico, pero no en su dieta. Algunos eran disciplinados con sus planes, pero desorganizados con su puntualidad. Y así seguía… pero cada uno demostró disciplina en las áreas importantes.

El diccionario define la disciplina como un entrenamiento que produce control propio, carácter o método y eficiencia. Para tener un buen final debemos tener dominio propio y canalizar la energía en una dirección específica. Nancy Moyer, experta en trabajar con niños talentosos dijo: “No hay nada más frustrante que observar a niños talentosos derrochar los bienes que Dios les dio. Muy pocos niños con talento (o aun adultos) no alcanzan su potencial por una simple razón: falta de disciplina.

 Para desarrollar nuestros dones, habilidades y destrezas y que lleguen a ser verdaderos valores para lograr las metas de la vida, se necesita disciplina. ¿En qué áreas? En aquellas que son importantes para lograr un buen fin.

Cuando los misioneros van a trabajar entre gente de otra cultura, generalmente se rigen por lo que dice 1 Corintios 9:19-23 para adaptarse al medio ambiente y ajustarse al, o aquellos, a quienes están tratando de alcanzar. En este pasaje Pablo enfatiza que la meta es «ganar a tantos como sea posible». Por lo tanto, dice «a todo me he hecho de todo» ó a los legalistas, secularizados, débiles, fuertes ó quien fuere. Dijo «esto hago por causa del evangelio”.

Como supervisor de misionero me di cuenta de que muchos luchaban con el estilo de vida ya que caían en los abusos propios de la cultura de que eran parte o se sentían tentados a hacerlo. Un misionero de trabajo muy fecundo, un hombre que parecía vivir con bastante libertad y parecía ser espiritualmente fuerte en medio de quienes vivían contrariamente al evangelio, me compartió su secreto: «Hay que poner en práctica los últimos cuatro versículos de 1 Corintios 9”.

Como ya dijimos en 1 Corintios 9:24-27, Pablo enfatiza la importancia de la perseverancia y la concentración … con disciplina. Los versículos 25 y 27 lo demuestran: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene, ellos a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible… golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre no siendo que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Pablo está hablando de disciplina y dominio propio. Si cedemos en nuestra forma de vida, debemos ser consistentes en la disciplina interior o podríamos llegar a ser descalificados o no terminar la carrera.

¿Cuáles son las áreas que usted considera importantes para su vida interior y para su crecimiento espiritual? ¿Qué es lo que alimenta su intimida con Cristo? Quizá necesite disciplinarse en estas áreas. No la disciplina por amor a la disciplina, ya que eso pronto se convertiría en legalismo y dureza; más bien disciplina por el bien de la intimidad… por amor al crecimiento… por amor al ministerio… por amor a Cristo. La disciplina en las áreas adecuadas para hacer lo correcto contribuirá al crecimiento y lo capacitará para responder a la gracia de Dios y Su Espíritu en plenitud.

  1. Mantenían una actitud de aprendizaje positiva durante toda su vida.

La mayoría de la gente deja de aprender a la edad de cuarenta años. Con esto queremos decir que no se empeñan más en adquirir sabiduría, entendimiento y experiencia para mejorar su capacidad de crecimiento y contribución para los demás. La mayoría simplemente se queda con lo que ya sabe; pero los que llegan a un buen final mantienen una actitud positiva de aprendizaje durante toda su vida.

Muchas personas, especialmente los líderes, se estancan. Están satisfechos con lo que son y lo que saben. Esto generalmente ocurre después de haber adquirido lo suficiente para estar confortables o cuando pueden prever un futuro relativamente seguro. Pero esto contradice el principio bíblico de mayordomía.

Hemos observado que Dios a menudo desafía providencialmente a los creyentes a dar los pasos necesarios para llevar a cabo sus propósitos para Su gloria. Algunos no están conscientes de la situación hasta que Dios a través de las circunstancias los estimula a crecer. Como mayordomos somos responsables de incrementar lo que Dios nos dio.

El mantener una perspectiva, clara nos ayudará a identificar lo que precisamos aprender para continuar creciendo y proseguir apuntando a nuestra meta. La amistad con personas que valoran seguir aprendiendo es provechosa y de ayuda. Exponerse a situaciones nuevas o variadas, estimulará nuestra necesidad de aprender.

La madre de Pablo tiene ochenta y cinco años y siempre está leyendo algún libro, aprendiendo más sobre nutrición (es su hobby), y hablando con la gente acerca de sus vidas. Una vez fue invitada a asistir a un estudio bíblico para personas mayores. Luego se unió a un estudio bíblico de mujeres jóvenes para el cual había que prepararse de antemano. Le pregunté por qué no se había quedado con el grupo de personas mayores. Ella respondió: «Oh, ellos eran muy amorosos, pero querían hablar siempre de las mismas cosas. Yo quiero aprender cosas nuevas». Así lo hace y va a terminar bien.

  1. Se relacionaban con personas que influenciaban su vida para bien, así también como con mentores capacitados.

Cada líder que hemos estudiado o analizado estuvo rodeado de buenos amigos y mentores durante su vida. Por lo tanto, es importante destacar que tener colegas y mentores cercanos nos ayudará y animará en las otras cuatro áreas para tener un buen final. Por ejemplo:

* Los mentores proveen orientación para las decisiones importantes de la vida.

* Los mentores están conscientes de la necesidad de experiencias de renovación y pueden ayudar a discernirlas.

* Los mentores pueden detectar y prevenir malos hábitos y el caer en la tentación del abuso de poder y autoridad.

* Los colegas y mentores pueden ser de estímulo y ayudarnos a ser responsables en lo personal y en nuestra diaria relación con Cristo.

* Los colegas y mentores ayudan a desarrollar disciplinas correctas y nuevas perspectivas.

* Los colegas y mentores modelan los valores y actitudes positivas de aprendizaje.

* Los mentores pueden señalar el estancamiento y estimular el aprendizaje.

El Doctor Roberto Clinton es profesor de liderazgo en la Escuela de Misiones Mundiales en el Seminario Teológico Fuller en California. Se especializa en estudios de liderazgo. Como antecedente a sus contribuciones en el estudio de desarrollo de liderazgo ha investigado extensamente las vidas de más de 600 líderes pasados y presentes.

Paul Statiley es vicepresidente de Los Navegantes, responsable de ministerios en más de 70 países. Durante 20 años ha trabajado en el área de desarrollo de liderazgo, y ahora es asesor de otras organizaciones en la misma área.


Connecting por J. Robert Clinton y Paul D. Stanley C 1992 usado con permiso de NavPress, Colorado Springs, CO, USA

Tomado de Apuntes pastorales

 

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