1 Tesalonicenses Ι por David González

“ Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Ts. 5:23-24).

En 1966, la selección inglesa de fútbol se proclamó campeona del mundo frente a la selección de la Alemania federal. Bobby Moore, capitán inglés, fue el encargado de recoger el trofeo de manos de la reina Isabel II del Reino Unido. Su majestad vestía de honores con sus habituales guantes blancos, mientras que el futbolista accedía a la tribuna de Wembley sudado y sucio por el barro del terreno de juego. Cuando Bobby se percató de tal situación reaccionó rápidamente limpiando las palmas de sus manos sobre sus pantalones, sobre su camiseta y finalmente sobre el terciopelo púrpura que cubría el palco de honor. La pulcritud de Isabel II incitó la limpieza de las manos del capitán inglés, para así evitar ensuciar la blancura de los guantes de la reina.

Algo similar sucede en la vida cristiana. En breve tendrás que “estrechar las manos” del Rey de reyes y ¿cómo lo vas a hacer? Esta es la preocupación de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:23-24. El apóstol concluye su carta intercediendo por la santificación de sus hermanos. Su anhelo es que los creyentes sean hallados santos en la venida de Cristo, y por eso ora por su santificación completa enfatizando tres verdades. 

El autor de la santificación

En primer lugar, el autor de la santificación es Dios. El versículo 23 enfatiza que la acción de santificar pertenece al Dios de paz. Es el mismo Dios que proveyó tu reconciliación con él por medio de Cristo quien ahora hace la obra de santificación en tu vida. Y el apóstol ora para que Dios santifique a los tesalonicenses.

La Escritura te exhorta a la santidad. La voluntad de Dios es tu santificación y ésta implica ciertas acciones en tu vida para que te apartes del pecado y obedezcas a Dios (1 Ts. 4:3-8). Dios te llama a la santificación y no debes desecharlo, sino que como aquel que nos llamó es santo, debes también ser santos en toda tu manera de vivir (1 P. 1:14-16). Pero esta santificación es producida por Dios. Él es el autor (Fil. 2:12-13). Dios obra en tu vida, produce el querer y el hacer, para que te apartes del pecado y le obedezcas a fin de que seas conformado a la imagen de Cristo (2 Co. 3:18). Eres transformado por Dios.

El alcance de la santificación

En segundo lugar, el alcance de la santificación es total, de todo tu ser por completo. Nota que el versículo 23 dice “por completo” indicando que el propósito es alcanzar la madurez completa al final del proceso, cuando llegues a la meta. Y el apóstol añade “todo [tu] ser” (5:23) para indicar que la santificación afecta a todo íntegramente, sin falta, completamente. Tu santificación no solo es completa por alcanzar la meta en ese día glorioso, sino que también es completa porque abarca todo tu ser.

Y Pablo, en su deseo de orar por la completitud de la santificación, menciona la tríada “espíritu, alma y cuerpo” (5:23), no con la intención de hacer una partición del ser humano, sino con el propósito de enfatizar nuevamente que todo será santificado. Se observa la misma idea de completo en muchos otros pasajes de la Escritura (Dt. 6:4-5; Mt. 22:37; Mr. 12:30). El apóstol Pablo no está distinguiendo las partes del ser humano, sino mostrando que la santificación será completa. De hecho, el espíritu y el alma se usan de manera intercambiable en muchos pasajes de la Escritura para referirse a lo inmaterial del ser humano en contraste con lo material. Dios no solo santificará lo inmaterial sino también lo material, nuestro cuerpo. Por eso, el apóstol Pablo dice que esperamos al Señor Jesucristo, “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:21). La santificación que Dios hace y va a hacer contigo es completa, lo abarca todo.

La seguridad de la santificación

En tercer lugar, la seguridad de tu santificación radica en el mismo carácter de Dios. Es su fidelidad la que asegura nuestra santidad completa. El versículo 24 afirma que Dios es fiel y por lo tanto él lo hará. El hecho de que Dios sea “fiel” (1 Ts. 5:24) indica que es alguien digno de confianza, alguien en cuya palabra se puede creer y confiar.

La fidelidad es la que ofrece seguridad y certeza. El apóstol Pablo argumenta esto cuando escribe a la iglesia en Corinto y les explica que las palabras y el mensaje que les ha predicado es seguro y verdadero porque es el mismo mensaje de Dios, quien es fiel (2 Co. 1:18-20). El Dios que te llamó de las tinieblas a su luz admirable es fiel y por tanto lo va a hacer. Tu santificación está asegurada en la fidelidad inmutable de Dios. Él cumplirá su palabra porque no puede ir en contra de su carácter. Él lo hará porque no puede negarse a sí mismo. Por eso Pablo está convencido de que “el que comenzó en [ti] la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6), porque él es fiel. Puedes tener la certeza de tu santificación completa porque él es fiel (Ro. 8:30).

Ahora bien, esta seguridad de la obra santificadora de Dios no es una excusa para tu indiferencia y despreocupación. ¡Todo lo contrario! La seguridad que tienes de tu completa santificación es una razón ineludible para que camines en santidad. De hecho, puedes caminar en santidad porque sabes que él obrará tu santificación de acuerdo con su fidelidad. Cobra ánimo al recordar la fidelidad de Dios en tu santificación.

Para reflexionar

Regocíjate en la verdad de su palabra. Fiel es quién te ha llamado y quién te va a sostener hasta el final. ¡Qué hermosa verdad! En los momentos difíciles, recuerda que él te sostiene fielmente.


Nota del Editor: Este escrito forma parte del Libro: «En ti Confiaré» Meditando en la Fidelidad de Dios en el Nuevo Testamento, publicado por Editorial Bautista Independiente | Usado con permiso | Puedes descargar gratis este y otros recursos aquí

En Ti Confiaré
En Ti Confiaré te ayudará a pensar bíblicamente acerca de la fidelidad de Dios de tal manera que confíes más en él. Dios es fiel y su Palabra lo declara. El libro En Ti Confiaré, escrito por más de veinte teólogos y pastores hispanohablantes brinda veintisiete reflexiones basadas en cada libro del Nuevo Testamento. Estos devocionales te ayudarán a meditar profundamente sobre la fidelidad de Dios. Te animarán, cuando estés pasando por pruebas y dificultades, a acudir a él. Él es fiel y te sostendrá. | Josué Pineda Dale, editor general.

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