2 Tesalonicenses Ι por Evis Carballosa
“Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os onfirme en toda buena palabra y obra” (2 Ts. 2:15-17).
La vida de los creyentes de la Iglesia primitiva no fue fácil. Sufrieron mucha angustia y tribulación en medio de la expansión del evangelio. La iglesia en Tesalónica no fue la excepción. Así como fueron animados a permanecer firmes en la verdad de la Palabra de Dios, así debes tú estar irme, confiado en Dios y su palabra. Aunque haya angustia y aflicciones, él será fiel a su Palabra. Puedes estar confiado que todo lo que ha prometido se cumplirá y que él siempre está en control. El apóstol Pablo fundó la iglesia de Tesalónica durante su segundo viaje misionero (Hch. 17:1-9) y enseñó a los creyentes las verdades relacionadas con la fe cristiana. Pablo enseñó a los hermanos de Tesalónica a vivir una vida de pureza y santidad para la gloria de Dios (1 Ts. 4:1-12). Además, les enseñó las verdades tocantes a los acontecimientos futuros, particularmente los relacionados con el arrebatamiento de la iglesia (4:13-18), “el día del Señor” (5:1-11) y que la iglesia sería librada de “la ira venidera” (1 Ts. 1:9). Sin embargo, Pablo al fin tuvo que huir de allí debido a la persecución de los judíos.
El problema
Después de que Pablo salió de Tesalónica, comenzó una gran persecución de los creyentes. Muchos eran asesinados por sus perseguidores (2 Ts. 1:4), por eso Pablo señala que Dios juzgará a los que persiguen a los creyentes es (1:9-10).
Los creyentes en Tesalónica estaban preocupados porque pensaban que ya estaban dentro de la Gran Tribulación. Pensaban que el arrebatamiento había ocurrido y que ellos habían sido dejados en la tierra y, por lo tanto, tendrían que pasar por esa “hora de la prueba” (Ap. 3:10). Con esa excusa, otros ya no querían trabajar y estaban siendo carga para la iglesia. Esa es la razón por la que Pablo advierte a los tesalonicenses que no están en el día del Señor (2 Ts. 2:1-17). El día del Señor, tal como aparece en el Nuevo Testamento, equivale al “día de Jehová”, mencionado por primera vez en Amos 5:18. Dicha designación se repite decenas de veces en el Antiguo Testamento. Incluye los juicios de la Gran Tribulación, la venida en gloria del Mesías, el juicio final y la creación de los nuevos cielos y la nueva tierra.
La aclaración
Pablo pide lo siguiente a sus lectores “respecto a la venida [del] Señor Jesucristo” y a la reunión de los santos con él (2 Ts. 2:1-2): “No [se dejen] mover fácilmente” (2:2) por ningún medio. El apóstol, de manera enfática, les dice que no estaban viviendo dentro de ese período de tiempo. No debían ser engañados (2:3) y debían ceñirse a lo que él les había enseñado desde el principio (1 Ts. 5:1-11).
Luego Pablo dice que el “[día del Señor] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Ts. 2:3). Ese “hombre de pecado” o “el hombre sin ley” tiene que ver con “el anticristo” (1 Jn. 2:18), que será el representante de Satanás en la tierra en los postreros días. Intentará usurpar el lugar del verdadero Cristo, proclamando que es Dios y que tiene derecho a sentarse en “el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2:4). Estas cosas aún no habían pasado, pero Dios sería fiel en cumplir su palabra y no los dejaría solos.
El apóstol anima a los tesalonicenses ante la desesperanza que tenían. Parecen haber olvidado lo que habían aprendido de Pablo. No les dice nada nuevo, sino que reafirma lo que les había enseñado tiempo atrás (2:5). Además de lo que mencionó antes, había cosas que debían cumplirse para que el día del Señor se manifestara (2:6-12). Aunque era duro lo que estaban viviendo, no debían desmayar. Debían perseverar y permanecer fieles. Dios sería fiel en cumplir su palabra. Un día, él traerá “retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (1:8), así como reposo a los suyos, “cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder” (1:7).
La esperanza
Pablo termina con una sobria exhortación a los tesalonicenses (2:13-17), recordándoles que Dios los había elegido para salvación mediante el Espíritu Santo y “la fe en la verdad” (2:13). Dios los llamó por el evangelio de la gracia que escucharon a través de Pablo (2:14). Por eso, los exhorta a retener la doctrina que les había enseñado (2:15). No debían desviarse, sino que debían permanecer firmes en la verdad de su Palabra.
Además, el apóstol les recuerda que el Señor es fiel a todas sus promesas y que cumplirá todo lo que ha prometido (2:16-17). Él los amaba y les había dado “consolación eterna y buena esperanza por gracia” (2:16). Su esperanza estaba en él, por eso en el versículo anterior les manda a estar firmes en la verdad. Aún en medio de la aflicción y la desesperanza, debían confiar en él y esperar
en él. Jesucristo confortaría sus corazones y los confirmaría “en toda buena palabra y obra” (2:17).
De igual manera, deposita tu confianza en Dios y su palabra, que es verdad. No mires las circunstancias, ni las pruebas, sino que mantente firme en él y su palabra. Él cumplirá al pie de la letra cada promesa. No tengas temor, ten ánimo y aférrate a su verdad.
Para reflexionar
Es el momento de la aflicción donde se prueba tu fe. Confía en Dios y aférrate a su palabra, sabiendo que en él estás completo y seguro. No temas, y confía en aquel que es fiel para siempre.
Nota del Editor: Este escrito forma parte del Libro: «En ti Confiaré» Meditando en la Fidelidad de Dios en el Nuevo Testamento, publicado por Editorial Bautista Independiente | Usado con permiso | Puedes descargar gratis este y otros recursos aquí
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