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Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse, porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. (Romanos 8:18-19)

REFLEXIÓN

Muchas personas viven vidas rutinarias porque no están conscientes ni expectantes de lo que nos espera en la eternidad. Pero cuando procuramos entender, qué pasará después de la muerte y entendemos que hay un propósito divino de parte de Dios, nuestra perspectiva en la vida cambia. Comenzamos a ver las cosas desde otro punto de vista, comenzamos a conseguirle sentido a muchas de las tormentas que nos toca vivir. Tal vez lo que estás enfrentando te hace preguntarte sí Dios te ha dado la espalda. Tu prueba puede durar un día, un año, una década, o más. Hay tempestades que parecen eternas, pero dudo que tus circunstancias sean peores de las que les tocó enfrentar al Señor Jesucristo y a muchos de sus discípulos.

Es posible que no podamos entender, por qué pasamos por situaciones difíciles, pero, en esta oportunidad es importante recordar que:

HAY AUN AFLICCIONES EN EL TIEMPO PRESENTE

Sin duda alguna Pablo estaba hablando de su propia experiencia personal como seguidor de Cristo cuando le habla a sus lectores sobre: “las aflicciones del tiempo presente”. Por predicar el evangelio de Cristo, lo llamaban loco; él fue azotado y encarcelado muchas veces. Pablo no escatimaba recorrer largos caminos, ponerse en peligro de muerte, persecución de parte de sus compatriotas judíos, gentiles y falsos hermanos. Además, a todo eso hay que sumar la constante preocupación por la situación de todas y cada una de las iglesias, por las cuales se fatigaba con exceso de trabajo y padeció hambre, sed, frío, falta de ropa y largos ayunos.

Cuando se trata de seguir a Cristo o no, debemos tener presente que la palabra: Sufrimiento nos seguirá donde quiera que vayamos, nadie puede decir que jamás ha sufrido o sufrirá, sin importar tu posición social o espiritual, el sufrimiento no dejará de existir porque mientras haya pecado en el mundo, el sufrimiento será su consecuencia. Las tormentas de la vida son una realidad que no podemos evitar.

La diferencia entre uno que sufre con o por causa de Cristo a uno que sufre con o sin Cristo, es la esperanza de la gloria venidera que en los que creen ha de manifestarse. Si estamos en Cristo, podemos saber que el sufrimiento es un regalo con el propósito de ayudarnos a conformarnos más a Su imagen. No podemos sorprendernos de tener que sufrir por causa de Cristo, mucho mejor que sufrir sólo es sufrir con él y por él, porque mayor será la gloria. Sabiendo esto, podemos caminar seguros, porque sabemos lo peligroso y difícil que puede ser el camino, pero aun así nada de eso detendrá que alcancemos la gloriosa meta final.

Pero, ¿Mientras llega esa gloria, cómo podemos caminar en medio de la tormenta?

LAS AFLICCIONES NO OPACAN LA GLORIA VENIDERA

Pablo no estaba ajeno o ciego a las aflicciones de la existencia humana; él experimentó muchas más que la mayoría de nosotros pueda experimentar hoy. Pero él aún consideraba que la gloria futura sobrepasaba por mucho a las presentes aflicciones.

Sin una esperanza celestial, Pablo consideraba a la vida cristiana como necia y trágica: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”. (1 Corintios 15:19). Pero a la luz de la eternidad, es más sabio y es la mejor elección que alguien pueda hacer. Aún la creación misma espera esta gloriosa manifestación, y es que ella también será librada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Romanos 8:21).

Esta gloria venidera está ligada a Jesucristo, el apóstol Pedro se lo dijo a sus lectores de la siguiente manera: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”. (1 Pedro 5:10). Actualmente el Señor Jesús no se ha manifestado por completo, su segunda venida está a las puertas, él prometió venir nuevamente para estar por la eternidad con todos sus hijos: “Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. (1 Tesalonicenses 4:17)

En el día de aflicción podemos recordar la promesa de la gloria que recibiremos en Cristo, la cual ya podemos disfrutar en parte, todos aquellos que hemos creído en él. Todos los que han venido a ser un hijo de Dios, ya han recibido el adelanto, la garantía del cumplimiento de esa promesa maravillosa en la persona de su Espíritu Santo que mora en el creyente. Debemos reconocer que las dificultades siempre estarán presentes de alguna manera, pero que confiar en Dios hace una gran diferencia.

¿Cómo llegar a ser un hijo de Dios para participar de esa gloria venidera?

SI CONFIAMOS EN JESÚS PARTICIPAREMOS DE ESA GLORIA

Una de las mentiras que el enemigo de este mundo, Satanás el diablo ha sembrado en los corazones de las personas, es hacerles creer que “TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS”, esto es completamente falso, el apóstol Juan en su evangelio dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Debemos recibir a Jesús y creer en él para llegar a ser hechos hijos de Dios. Sólo Jesús es el único camino al Padre, no hay otro nombre dado a los hombres en el que podamos ser salvos.

Debemos entender finalmente que, si queremos disfrutar de esa gloria venidera, debemos creer en aquel que ha sufrido primero por nosotros todo lo que merecíamos sufrir al morir en la cruz en nuestro lugar, y que gracias a su maravilloso sacrificio nos da acceso por medio de la fe en él, de ser hechos sus hijos.

CONCLUSIÓN

Es un privilegio dado al creyente el pasar por aflicciones.

Recuerda, tenemos una esperanza de gloria que superará por completo todas nuestras expectativas de vida en esta tierra

Un sufrimiento momentáneo y una eternidad con Cristo será mucho mejor que un aparente gozo terrenal y una eternidad sin él.

Lo más importante es saber que Dios ha dado la oportunidad a todo aquel que recibe y cree en su Hijo Jesucristo, de ser hechos Hijos de Dios.

No hay razón para seguir sufriendo solo, sufrir con Cristo, por su causa y tener una esperanza de gloria en Él es mucho mejor.

ORACIÓN

Señor te doy gracias porque tu me haces entender que pasar por aflicciones es algo que no puedo evitar pero que sufrir por ti y contigo a mi lado es mucho mejor que estar fuera de ti. Gracias porque me haces estar seguro y confiado de mi futuro glorioso que en ti he de recibir por tu gracia inmerecida. En el nombre de tu Hijo Jesucristo, amén.

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