El apóstol Pablo escribió la primera epístola a Timoteo para enseñarle a servir a la iglesia de Éfeso. La frase clave aparece en 1 Timoteo 4:6 «serás buen ministro de Jesucristo». La palabra ministro es la traducción de la palabra griega diakonos, de la cual proviene la palabra castellana diácono. Significa siervo y describe a quienes tienen el rol de diácono en la iglesia. En este pasaje, esa palabra no es usada para hablar de un oficio, sino que implica que cualquiera que sirve en el ministerio debe considerarse siervo del Señor Jesucristo.

Somos llamados a ser siervos y mayordomos, administrando lo que le pertenece a Dios de tal forma que honre su nombre. En 1 Timoteo 4:6-16, el apóstol Pablo nos menciona once características de un ministro de Cristo excelente.

  1. Advierte a las personas con respecto al error

En 1 Timoteo 4:1-5, Pablo habla de las doctrinas de demonios propagadas por espíritus seductores a través de hipócritas mentirosos. Luego le dice a Timoteo que advierta a la iglesia acerca de tales doctrinas.

El ministerio exige que advierta a otros acerca de la destructividad de las doctrinas falsas. Un siervo de Cristo debe enseñar a otros a discernir, alentándolos a pensar en forma bíblica.

El fracaso actual de la Iglesia en el discernimiento ha permitido infiltración de toda clase de errores. La teología débil y la predicación sin convicción han reemplazado la doctrina fuerte y la exposición clara de la Escritura. Los resultados son trágicos. La Iglesia se ha visto abrumada por la confusión, las influencias del mundo satánico, las filosofías vinculadas al éxito y la teología de la prosperidad.

La Iglesia debe indicar los límites entre la verdad y el error para edificar a su pueblo en la Palabra de Dios. Él espera que los pastores adviertan a su gente acerca de los peligros espirituales. Si no lo hacen, deben responder a Dios por ello (He. 13:17)

  1. Es un estudiante experto en la Escritura

«Nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido» (v. 6). La palabra griega que ha sido traducida como nutrido implica que es un proceso de alimentación continuo. Incluye la lectura y meditación en la Escritura, estudiándola hasta que el material haya sido comprendido en profundidad.

Para poder pensar y hablar bíblicamente, un pastor debe pasar gran parte de su tiempo estudiando el texto de la Escritura. Es un tesoro inagotable que exige una vida entera para comprender su riqueza. Es imprescindible comprometerse al estudio, la comprensión y la presentación de la Palabra de Dios.

  1. Evita la influencia de la enseñanza profana

«Desecha las fábulas profanas y de viejas» (v. 7). La palabra fábulas es una traducción de la palabra griega mythos, de la cual viene la palabra mito.  2Timoteo 4:4 informa que algunos «apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas». La verdad y las fábulas son opuestas. El cristiano debe ser alimentado por la verdad y rechazar lo que se le opone.

  1. Es disciplinado en la piedad personal

 La piedad es crítica en el ministerio. No se trata de cuán inteligente es usted o qué bien se comunica con la gente. Lo que sí importa, en cambio, es si conoce la Palabra de Dios y está viviendo piadosamente. El ministerio es un resultado de esta clase de vida.

1 Timoteo 4:7 dice: «Ejercítate para la piedad». La palabra “gimnasio” viene de la palabra griega traducida como ejercítate. Se refiere a los que se ejercitan en lo atlético. Implica el entrenamiento riguroso, sacrificado. Es un proceso continuo.

El ejercicio físico nos da poco provecho (1Tim.4:8). En contraste, «la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera». La santidad es provechosa no solamente para el cuerpo sino también para el alma. El beneficio de la disciplina espiritual es una vida completa, bendecida por Dios, fructífera y útil. Las bendiciones de la santidad son para la eternidad.

  1. Sé compromete a trabajar duro

Luego de llamarnos a la piedad, Pablo nos baja de las nubes. El ministerio es una búsqueda celestial, pero también es una tarea terrenal. Es trabajo duro. «Por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios» (v. 10).

Pablo trabajaba duro porque sabía que su esfuerzo tenía recompensas eternas; consideraba la recompensa para él y la posibilidad de cambiar el destino de los no creyentes. Esa es la perspectiva que motiva al siervo de Dios.

«Trabajar» (del griego kopiao)  significa «trabajar hasta el punto de estar agotado». «Sufrir oprobio» (gr. Agonizomai) significa «agonizar en una lucha». Luchamos hasta el punto del agotamiento, exhaustos, muchas veces doloridos, porque comprendemos nuestros objetivos eternos.

En 2 Corintios 11:24-27, Pablo habla de las muchas veces que fue castigado con varas y con látigo, cuando sufrió cansancio, dolor, agonía, y naufragios. Sufrió todos esos peligros porque estaba totalmente comprometido con el ministerio y tomaba en cuenta la eternidad. Sabía que era el destino de las almas lo que estaba en juego.

Toda nuestra obra es trabajo, pero no humano. Pablo dijo que su objetivo era «presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col. 1:28). Luego dijo: «Para esto también trabajo (gr. Kopiao, agonizar), luchando según la fuerza de Él, la cual actúa poderosamente en mí» (v. 29). Nuestra obra se lleva a cabo por medio del Espíritu, el Señor da energía a quienes le sirven.

  1. Enseña con autoridad

 «Esto manda y enseña», le dijo Pablo a Timoteo (v. 11). La palabra griega traducida como enseña se refiere a comunicar información, en este caso instrucción o doctrina. Esta información debe ser transferida en forma de mandato.

Hay mucha predicación popular entretenida, pero no mucha poderosa o transformadora por naturaleza. De acuerdo a Hechos 17:30, Dios «manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan» (énfasis agregado).

Mateo 7:28,29 afirma «Cuando terminó Jesús estas palabras [el Sermón del Monte], la gente estaba admirada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas». Pablo le dijo a Timoteo que usara su autoridad. En 1 Timoteo 1:3 dice «para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina». Luego expresa: «Manda también esto» (5:7). Eso no significa que debemos abusar de las personas ni ser descorteses, sino que debemos confrontar a las personas cuando desobedecen la palabra de Dios.

El siervo fiel es valiente. Desafía al pecado de frente. Confronta la falta de fe, la desobediencia, y la falta de compromiso. Dios dijo de Jesús: «Este es mi Hijo amado… a él oíd» (Mt. 17:5). El siervo excelente obedece esa directiva, mandando a todos los hombres que se arrepientan y escuchen a Jesucristo.

  1. Es un modelo de virtud espiritual

Pablo le escribió a Timoteo: «Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (v. 12). Cuando usted da el ejemplo, la gente tiene un modelo que seguir. Alguien dijo: «Su forma de vida habla tan fuerte que no oigo lo que dice».

El autor de Hebreos dijo: «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe» (13:7). Cuando sirva en la iglesia, debe vivir de tal manera que otros puedan imitarlo. Ese es un gran desafío, por lo que dijo Santiago: «no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación» (Stg. 3:1). Es un asunto serio ser culpable de enseñar el error o vivir como hipócrita. La vida de un hombre debe estar de acuerdo con su mensaje. Trágicamente, este principio es violado constantemente en el ministerio.

Timoteo era joven, probablemente menor de 40 años, y por lo tanto se lo cuestionaba mucho. Debido a su juventud, Timoteo debía ganarse el respeto de otros. ¿Cómo lo haría? Siendo «ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (v. 12).

En palabra

La conversación de un siervo de Dios debe ser ejemplar.

Efesios 4 nos dice cómo debe ser nuestra conversación, «desechando la mentira» (v. 25). Un siervo de Dios nunca debe mentir, ni contradecirse, diciendo una cosa a una persona y otra cosa, a otra. Entonces Pablo agrega: «hablad verdad cada uno con su prójimo» (v. 25).

Pablo sigue: «airaos, pero no pequéis» (v. 16). Hay lugar para la ira santa y la indignación justa, pero no para el, enojo pecaminoso. Ningún siervo excelente debe llegar al punto en que está tan enojado que sus palabras son amargas, vengativas o ingratas.

El versículo 29 dice: «ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca». No hay lugar para la comunicación corrupta o sucia en la vida cristiana.

La conversación que glorifica a Dios es «buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (v. 29). Hay lugar para la diversión y el gozo, porque «el corazón alegre es una buena medicina» (Pr. 17:22). Pero no hay lugar para la conversación vulgar, las palabras de enojo, ni la lengua mentirosa.

En conducta

Debe ser un ejemplo de la vida justa: una persona que vive de acuerdo a sus convicciones, basadas en principios bíblicos. Toda su vida es un sermón, ilustrado por sus actividades, los sitios que frecuenta y sus posesiones. Ese sermón contradice o afirma lo que uno dice.

En amor

Servir en amor no necesariamente significa que usted debe dar la mano y abrazar a toda persona todo el tiempo. Epafrodito y el apóstol Pablo demostraron su amor a la Iglesia por medio del trabajo duro (1 Ts. 2:7-12; Fip. 2:27- 30). Por ejemplo, sé que Dios me ha llamado a dar mi vida a las personas de la iglesia donde soy pastor. Esa es la forma en que expreso mi amor por los hermanos. Debemos servir a otros sacrificadamente.

En fe

La palabra griega traducida fe en 1 Timoteo 4:12 podría ser traducida fidelidad, honradez, o firmeza. Timoteo debía ser fiel, honrado y firme en su ministerio. Pablo dice: «lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel» (1 Co. 4:2). Las personas pueden seguir a esa clase de líder.

En pureza

La palabra griega traducida pureza (hagneia) se refiere no sólo a la castidad sexual sino también a la intención del corazón. Si su corazón es puro, su comportamiento también lo será.

La historia nos ha mostrado que un ministerio puede ser devastado por la impureza sexual de sus líderes. Los líderes son vulnerables en este aspecto cuando bajan las defensas. Debemos mantener pureza moral absoluta.

  1. Su ministerio es completamente bíblico

 «Entre tanto que voy», le dijo Pablo a Timoteo, «ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza» (v. 13).

La lectura

En las reuniones de la Iglesia primitiva se apartaba un tiempo fijo para la lectura de la Escritura. A esto le seguía una exposición del texto.

Ese modelo de predicación expositiva viene de Nehemías 8:8: «Leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que entendieran la lectura». La Escritura debe ser explicada para que las personas la puedan comprender.

Exhortación

Si la lectura y la exposición de la Escritura nos dicen lo que significa, la exhortación es un llamado para que la apliquemos. Exhortar es advertir a las personas que obedezcan teniendo en mente el juicio. Debemos alentar a nuestros oyentes a que respondan apropiadamente, recordándoles que sus acciones pueden resultar en una bendición u otra consecuencia.

 Enseñanza

Esto significa enseñar sistemáticamente la Palabra de Dios tanto en grupos como a individuos. Esta palabra griega, didaskalia, aparece quince veces en las epístolas pastorales. Su frecuencia nos da una idea de su importancia para la vida de la Iglesia. No nos debe asombrar que el pastor debe ser «apto para enseñar» (1 Ti. 3:2).

9.Cumple su llamamiento

Pablo escribe: «No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio» (1 Ti. 4:14). Algunos comienzan en el ministerio pero lo abandonan, porque no fueron llamados a ese ministerio en el principio. Sin embargo, algunas personas que han sido llamadas lo abandonan, y esto significa dejar el lugar donde Dios desea que estén.

Hay muchas personas en el ministerio que sirven por un tiempo y pronto desaparecen. Por otro lado, me asombran los que son fieles para ministrar la Palabra de Dios hasta el fin de sus vidas. Puede que tengan una congregación pequeña y sean desconocidos, pero son fieles y cumplen su llamamiento.

La verdadera marca de un siervo excelente de Jesucristo es que cumple su llamamiento hasta el fin. 

  1. Está ocupado en su obra

Pablo escribió: «Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas» (v. 15). La palabra griega traducida «ocúpate» (meletao) nos da la idea de pensar de antemano, planear, premeditar. Cuando un ministro no está haciendo el trabajo del ministerio, debe estar planeándolo.

«Permanece en ellas» literalmente significa «está en ellas» en el texto griego. Para ser un ministro no es necesario ser un gran hombre, pero requiere todo el hombre.

Un ministro no puede tener dos objetivos principales. Pablo le dijo a Timoteo que fuera diligente «a tiempo y fuera de tiempo» (2 Ti. 4:2). Este es un término militar. Significa permanecer en su puesto, estar de guardia. Un siervo de Dios nunca está fuera de su puesto. Siempre está de guardia.

  1. Progresa en su crecimiento espiritual

 «… para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos» (v. 15) sugiere que el progreso espiritual de Timoteo sería evidente a todos. Esto implica que todavía no era perfecto. Un ministro no debe tratar de convencer a su gente de que no tiene fallas. Por el contrario, debe permitirles ver su crecimiento. La gente tiene que ver nuestra honestidad y humildad.

En términos humanos, nadie cumple con todos los requisitos del ministerio. Sin embargo, cuando nos sometemos al Espíritu de Dios y dependemos de Él para que logre lo que nunca podríamos hacer nosotros mismos, su poder obrará a través de nosotros. Pablo concluye diciendo: «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1 Ti. 4:16). Timoteo debía concentrarse en dos cosas: su conducta y su enseñanza. Estas dos cosas son la esencia del ministerio. Las once cualidades que hemos visto en este pasaje pueden ser resumidas en esos dos mandatos.

Pablo le aseguró a Timoteo que continuar en la santidad personal y la enseñanza correcta le llevaría por el camino inevitable de la salvación final gloriosa: «pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (v. 16). Su perseverancia sería la prueba de que su fe era verdadera.

Si perseveramos en la piedad y la verdad, nuestras vidas afectarán a otros. Les llevaremos el mensaje de salvación. En realidad, nosotros no salvamos a nadie, pero Dios nos usa cuando predicamos la Palabra de Dios y vivimos vidas santas.

Todos los requisitos de un siervo excelente dan el resultado final de la salvación de almas. Ése es nuestro propósito en la vida y el motivo por el cual permanecemos en el mundo luego de ser redimidos. Dios desea que llevemos el mensaje de salvación a los perdidos. Ésa es la esencia del ministerio. ¡Es un llamado santo y glorioso!


Tomado de EL PLAN DEL MAESTRO PARA LA IGLESIA, de John MacArthur, Copyright 1991, Instituto Bíblico Moody, Chícago. Moody Press. Usado con permiso.

Tomado de Apuntes Pastorales.

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