Este es la segunda entrada del estudio acerca del significado de los pastores en la iglesia realizando por el hermano Samuel Marcano. Para ver el artículo anterior, presiona Aquí
Liderazgo y Reforma Protestante. Continuación
Las siguientes ramificaciones que se dividieron de los primeros grupos reformados, mantuvieron de una u otra forma esta imagen de tener una sola persona al frente de la iglesia. Para las iglesias salidas de la Reforma se asumió que lo natural era tener un solo pastor. Sin embargo, por la misma exigencia del trabajo pastoral, se buscó conciliar la idea de un solo pastor con un equipo de apoyo.
Con algunas variantes, las iglesias tenían un pastor junto a un cuerpo directivo, en otras con grupo de ancianos, o un ministro titular con otros auxiliares. Se crearon diferentes nombres para referirse a los niveles de compromiso o autoridad dentro del trabajo pastoral: pastor titular, pastor auxiliar, obrero, reverendo, encargado.
En todo este proceso se puede notar el esfuerzo que la iglesia hacía para volver a lo que fue su diseño original establecido por los apóstoles, pero no ha sido fácil lograrlo del todo.
A esto debe sumarse el hecho de que la idea que muchas iglesias tienen acerca de quiénes pueden ser pastores y cuáles son sus responsabilidades a veces no se corresponde con lo que dice la Escritura o, en el mejor de los casos, se observa una tendencia preocupante a la institucionalización de este ministerio.
Los Pastores a la luz del Nuevo Testamento
De acuerdo a lo que enseña el Nuevo Testamento, los pastores eran creyentes de la misma congregación. Pablo, en su primer viaje misionero, estableció pastores o ancianos en las iglesias de Derbe, Listra, Iconio y Antioquia.
Estos pastores eran hermanos de estas iglesias, conocidos por todos, vivían en esas ciudades, tenían sus familias allí y trabajaban allí (Hec.14:21-23). La misma instrucción es dada a Timoteo y Tito sobre los pastores/ancianos de Éfeso y Creta respectivamente (1Tim.3:1-7 y Tit 1:5-9).
De hecho, uno de los rasgos que debían poseer, era el de buen testimonio con los de afuera (los no creyentes), lo cual no sería posible si el creyente no perteneciera a esa misma comunidad.
Requisitos que deben cumplir
Cualquier hermano de la congregación podía ser elegido para asumir la responsabilidad de cuidar la iglesia siempre que su vida reflejara de manera apropiada y madura el carácter de Cristo. Es por eso que Pablo cuando escribe a Timoteo señala que, si alguien de la congregación deseaba ser pastor, era algo bueno, pero antes debía mostrar esos rasgos de madurez (1Tim.3:1-7).
En forma resumida, esos rasgos incluyen:
a) Tener una familia bien afirmada (fidelidad a su esposa, hijos amorosamente guiados bajo la voluntad de Dios), b) Poseer un carácter íntegro (no se deja dominar por ninguna pasión sino más bien cultivar en forma permanente las virtudes cristianas) y c) estar capacitado en el manejo adecuado de la Escritura (usa con propiedad la Palabra para enseñar y orientar a los creyentes).
No solo para Pastores
De hecho, estos son rasgos que todos los creyentes deben evidenciar en sus vidas. Es algo que Dios espera de todos nosotros, no solo de los que dirigen la iglesia. Se les pide de manera especial, estos rasgos a los pastores porque ellos deben ser ejemplos de ese estilo de vida y servir de modelo ante la congregación de lo que debe ser un discípulo de Cristo.
Es muy probable que haya varios creyentes con este nivel de madurez espiritual en la congregación. No todos ellos gobernarán la iglesia, pero los que van a ser pastores si deben necesariamente mostrar dicho perfil.
Cantidad y sostenimiento de Pastores
Se debe añadir en este punto que el Nuevo Testamento no establece un número fijo para los pastores en una iglesia local de modo que pueden ser mínimo dos hasta la capacidad que la iglesia necesite tener.
Por otro lado, es evidente en 1 Tim 5:17 que no todos los pastores o ancianos eran sostenidos por la iglesia.
Esto aplicaba para aquellos que se dedicaban al ministerio de la Palabra y que ejercían apropiadamente el cuidado de la congregación a tiempo completo. Pero también había pastores que tenían sus fuentes regulares de ingreso y no necesitaban de tal ayuda.
Funciones de los Pastores
Finalmente, se evidencia que la tarea de los pastores según el Nuevo Testamento estaba relacionada básicamente con tres funciones principales:
1) La enseñanza de la Escritura
2) El cuidado personal de los creyentes y
3) La supervisión del avance de la iglesia.
Estas funciones están bien representadas en los tres sustantivo empleados mayormente en el Nuevo Testamento para referirse a los que dirigen la iglesia:
- pastor (cuidado de la vida personal de los creyentes, así como el pastor del campo cuida de las necesidades de cada oveja);
- anciano (enseñanza de la Escritura, la figura del anciano representa a alguien que por su madurez ha adquirido sabiduría y asertividad para guiar apropiadamente con la Escritura a otros) y
- obispo (supervisa, el obispo alude a la figura de alguien que sabe la meta a la que el grupo debe llegar y se esfuerza por conducirlos hasta llegar allá).
Así como en la historia, el concepto de la pluralidad de pastores en cada iglesia se fue perdiendo, también eso ocurrió en la naturaleza y función de la tarea pastoral. Durante los primeros siglos de la iglesia, los pastores eran levantados y formados en la misma iglesia local. Tal y como Pablo instruye a Timoteo: “Lo que has oído de mi ante muchos, esto mismo encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2Tim.2:2).
Preparación teológica de Los Pastores. Historia
La tarea de formar a los creyentes en el mismo contexto de la iglesia local se fue traspasando con el correr de los siglos a Escuelas Teológicas que llegaron a especializarse en esa tarea.
Estas escuelas terminaron haciendo énfasis en una educación que privilegiaba la adquisición de conocimiento y no el desarrollo de un carácter cristiano maduro. El resultado fue que los egresados eran por lo general inmaduros e inexpertos en el trabajo pastoral, pero fueron absorbidos rápidamente por las iglesias debido a la gran demanda.
Conocimiento sin carácter
Tenían un título en la mano, pero no habían forjado a través de la experiencia ministerial en sus iglesias locales, un modelo de vida cristiana como base del trabajo pastoral que iban a desarrollar.
Probablemente estos candidatos también habían asimilado el modelo tradicional de trabajar solos en el pastorado. En el mejor de los casos, quizás podían estar acompañados por un grupo de ancianos de la propia iglesia, lo cual no garantizaba la ausencia de conflictos entre ellos.
Hoy parece natural pensar que para que alguien sea pastor debe tener estudios teológicos especializados como requisito indispensable. Los estudios teológicos son un recurso importante, pero cuando estos son más valorados que el carácter del candidato o la manera como este conduce a su familia, tenemos un problema.
Egresados de Escuelas Teológicas
También se ve con cierta frecuencia que los egresados de Escuelas Teológicas son asignados a iglesias que no les conocen. Estas iglesias receptoras reciben al candidato al pastorado y lo invitan a predicar por varios días.
Sobre la base de este criterio y algunas preguntas para conocerlo “un poco mejor” se decide darle la oportunidad de pastorear la iglesia, muchas veces empujados por la necesidad de tener un pastor. Nada se sabe de manera profunda sobre el carácter de este candidato, su manejo de los conflictos, su santidad personal, sus relaciones interpersonales, la conducción de su familia (a veces son jóvenes solteros a quienes no se les ha dado la oportunidad de guiar una familia).
Con esta decisión, la iglesia ha tomado un gran riesgo que en ocasiones no ha terminado bien, ni para la iglesia ni para el nuevo pastor. Esta ha sido la tumba de muchos nuevos pastores y la vuelta a cero de muchas iglesias frustradas.
Errores comunes
En esos casos cuando el candidato queda instalado como pastor, se desarrollan varios tipos de tensiones debidas a las expectativas que tanto la iglesia como él tienen acerca de lo que es el trabajo pastoral.
Para algunas iglesias, el pastor era quien debía hacer la obra del ministerio: evangelizar, administrar, aconsejar, predicar, visitar, etc. Desde esa perspectiva, los miembros de la iglesia son solo espectadores y evaluadores de cómo él hacía el trabajo.
En el pasado hubo a veces la expectativa que el mismo mantenimiento físico de la iglesia era responsabilidad del pastor porque para eso recibía un sustento.
Por otro lado, para algunos pastores su papel era más como la de un gerente que administraba los recursos tanto humanos como materiales de la iglesia. Su espacio de trabajo era una oficina y sus logros se medían por la cantidad de nuevos miembros o el aumento de los ingresos de la iglesia.
Éxito ministerial y distorsiones
El éxito ministerial era cuantitativo con poca preocupación por el crecimiento espiritual de los creyentes. Las organizaciones de iglesias, en lugar de corregir estas desviaciones, las reglamentaron haciendo oficial lo que ya estaba desviado desde un principio.
Todas estas distorsiones tienen su origen en un alejamiento progresivo del modelo bíblico claramente evidenciado en el Nuevo Testamento. Tanto nos hemos alejado de ese modelo que no sería extraño que al intentar volver a él se entendería como algo escandaloso y fuera de lugar.
Forma natural de establecer Pastores
Imagínate por un momento que en tu iglesia existe un creyente adulto y este, es invitado por el misionero que fundó la congregación a ser pastor junto a otros creyentes locales que han mostrado un carácter maduro, familias bien constituidas, tienen pasión por el estudio de la Biblia y la usan apropiadamente; es decir, han sido reconocidos por la iglesia como creyentes de buen testimonio y de ejemplo para la congregación.
Tú eres testigo de que un domingo en la mañana estos creyentes pasan adelante, se arrodillan y hacen un compromiso público de cuidar la iglesia como cuidan sus propias familias.
El misionero impone sus manos sobre ellos y los presenta a la iglesia como sus nuevos pastores. Luego, él sigue su camino y estos creyentes quedan desde ese momento responsables de cuidarse entre ellos y a la iglesia. ¿Qué tan escandaloso te sonaría esto, si pasara en tu iglesia hoy?, ¿acaso, no fue esto lo que hizo el apostol Pablo?
El Modelo Bíblico
Volver al modelo bíblico no es una opción sino una necesidad. Muchos problemas se pueden evitar si tan solo miramos de nuevo lo que nos enseña la Escritura sobre el pastorado en la iglesia.
➖¿Cuántos pastores podrían ser librados de ceder bajo la presión de la tentación y convertirse en escándalo público y escarnio de Satanás si tan solo pudieran pastorear junto a hombres irreprensibles que como sus pares sean capaces de amonestarle a las primeras señales de debilidad?
➖¿Cuántos pastores pueden ser librados de enfermedades causadas por el estrés debido al exceso de trabajo si contaran con otros pastores que llevan la carga pastoral de la iglesia igual que él?
➖¿Cuántos pastores más jóvenes pueden nutrirse de la experiencia y sabiduría de otros pastores más maduros trabajando juntos en un equipo pastoral?
➖ ¿Cuántas iglesias se beneficiarían de ser guiadas por un grupo de creyentes con múltiples dones, pasiones y perspectivas sobre el desarrollo de la iglesia?
Reflexionemos
Piensa en Tito, sentado junto al pozo de agua de una de las ciudades de Creta, abriendo el pergamino que su tutor y amigo Pablo le había enviado. En las primeras líneas de la carta una frase resalta por su carácter de urgencia: “corrige lo deficiente y establece ancianos, así como yo te mandé”. Si nuestro error ha sido no establecer el modelo bíblico para cuidar la iglesia, así como ha sido mostrado en el Nuevo Testamento, aún estamos a tiempo de enmendarlo.
No somos responsables de los errores que otros han cometido en el pasado, pero si lo somos de nuestras decisiones en el presente y seguramente de los resultados que estas decisiones tendrán en las futuras generaciones de la iglesia. Volver al modelo bíblico es una decisión que podemos tomar aquí y ahora.
Autor: Hno. Samuel Marcano | Vicerrector Académico del Ministerio ProMETA y profesor de Biblia
Bibliografía:
Keeran, Daniel (s.f.). A chronology of primary sources for theemergence of the hierchical church.(s.l) Padilla, Rene (1989). Nuevas alternativas de Educación Teológica. Buenos Aires: Nueva Creación Strauch, Alexander. (2001). Liderazgo Bíblico de Ancianos. Littleton: Lewis and Roth Publishers. Taylor, Richard (editor general), s.f. Diccionario Teológico Beacon. Missouri: Casa Nazarena de Publicaciones. Valverde, Manuel (2009). Breve historia del liderazgo cristiano. Trabajo de investigación no editado. Guatemala.
Samuel Marcano es mentor de ProMETA en el Departamento de Biblia. Licenciado en Teología, tiene cursos en lingüística aplicada y una Maestría en Teología Contemporánea de ProMETA. Además sirvió por muchos años como pastor en la Iglesia Dios es Amor de Maturín, Venezuela
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