Este artículo corresponde a la III Parte de la SERIE Efesios 6:4: Corrección conforme a la Palabra de Dios. Puedes leer la segunda parte aquí


¿Cómo no hacer de nuestros hijos unos malcriados, pero tampoco niños llenos de odio?

6. Comuniquemos libremente nuestro amor y aprecio.

Debemos crear el hábito de manifestar nuestro amor y aprecio por nuestros hijos en forma tangible. Hagámoslo de muchas maneras: con un abrazo, un beso, una palmada en la espalda, con palabras, por notas escritas, con un regalo, al jugar con ellos, al escucharles, y al respetar sus opiniones.

7. Seamos flexibles, aceptemos que tendrán faltas y que cometerán errores.

«El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas.» Proverbios‬ ‭10:12‬ ‭‬‬
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” Proverbios‬ 15:1

No esperemos al hijo perfecto. Debemos permitirles cometer errores y fallar sin darle la impresión de que serán rechazados o que carecen de valor. El hogar, para el niño, debe ser un lugar seguro, un lugar donde será comprendido y ayudado, donde nadie se burlará de él ni se reirá de sus fallas y debilidades. Sin embargo, sus defectos y fallas serias no pueden ignorarse, se le debe corregir y ayudar a mejorar.

8. Debemos hacerles conocer nuestras expectativas, reglas, y también las consecuencias de incumplirlas.

Puede ser una experiencia alarmante y frustrante para nuestros pequeños ignorar lo que sus padres esperan de ellos, e igualmente sucede si se les aplica un castigo o corrección que no se esperaban. Cuando esto ocurre, no tendrán certeza de que hacen lo que es debido, o lo que es incorrecto.

Nuestros pequeños no pueden leer nuestras mentes. Los límites y consecuencias deben estar claramente delineados y expuestos a ellos y, por supuesto, asegurarnos que los hayan entendido, pues esto les ayudará a escoger entre lo bueno y lo malo. La ausencia de los mismos promueve la inseguridad, la frustración, la hostilidad y el resentimiento.

9. Debemos reconocer nuestros errores, pedirles perdón cuando les hemos fallado, y procurar una reconciliación

«soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.» Colosenses‬ ‭3:13‬ ‭‬‬

No seamos padres que se muestren perfectos o súper poderosos a sus hijos, incapaces de errar. Reconozcamos delante de ellos cuando fallemos en la corrección aplicada o en el trato dado; no seremos menos padres si lo hacemos.  Por ejemplo: nuestro hijo un día hace algo que no debía, y el regaño que le damos es brusco y violento. Con lágrimas en sus ojos y lleno de dolor sincero él nos expresa:Mamá estoy muy arrepentido y no lo quiero volver a hacer, pero también pídeme perdón porque eso que me hiciste me hizo doler mucho el corazón.

Allí debemos identificar si se trata de una manifestación honesta o manipulación, y luego reconocer que actuamos de mala manera. Pidámosle perdón a Dios y a ellos, y démosle un abrazo fuerte. Expresémosle además, que no somos perfectos, pero que así como ellos deben hacerlo, también pondremos todo nuestro esfuerzo para mejorar en el trato, pues somos un equipo y agradaremos a Dios juntos. Ten presente siempre que debemos reconocer nuestras fallas.

10. Debemos facilitarles el acercamiento cuando tengan problemas, dificultades y preocupaciones.

Aprendamos a escuchar a nuestros hijos cuando deseen hablar. En lo posible, estemos a su disposición. Démosles total atención, a menos que esto sea imposible. Evitemos adivinar lo que piensan, interrumpirles o criticarles. Tratemos de interesarnos de verdad en lo que a ellos les gusta. Ellos se dan cuenta si realmente los escuchamos o no.

Si no les damos total atención o si a menudo los ignoramos cuando desean hablarnos; pronto dejarán de intentarlo. Ellos interpretarán que no tenemos interés en ellos. Esto es devastador para nuestra relación con nuestros pequeños, pero, lo más serio, es que esta situación nos impedirá cumplir las metas que Dios nos ha dado como madres y padres en sus vidas.

No provocar la ira de nuestros hijos no significa que jamás haremos actos que les podrían molestar, desagradar o enojar. No significa que nunca debemos negarles cosas o impedirles ir a un lugar inadecuado. No provocar a ira a nuestros pequeños es tener la actitud correcta al corregirles. Amonestarles para salvarlos de su necedad, para  impedir que sus actos los puedan llevar a destruir sus vidas. Dios es nuestro fiel ayudador.

En una próxima publicación continuaremos con la 4ta parte de Efesios 6:4, ¡No te la pierdas! ¡Ánimo padres, que sí es posible educar y corregir de forma bíblica!


Algunas notas fueron tomadas de la página DesarrolloCristiano.org

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